El mundo empresarial ya no puede permanecer al margen de la crisis de la naturaleza. La pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas no son solo tragedias ambientales: son amenazas directas a la estabilidad económica y a la continuidad de los negocios. Ninguna empresa puede prosperar en un planeta que fracasa.
En diciembre de 2022, 196 gobiernos adoptaron el ambicioso Marco Mundial de la Biodiversidad, un acuerdo histórico que busca detener y revertir la pérdida de la naturaleza para 2030. En esencia, es el equivalente al Acuerdo de París, pero en este otro sentido. Este marco marca un cambio decisivo: ya no basta con minimizar el daño; debemos regenerar.
Las empresas tienen un papel clave en esta transición. Miles ya reconocen que su resiliencia depende de un entorno natural saludable. Sin embargo, menos del 5 % comprende realmente cómo sus operaciones impactan su entorno. La acción voluntaria, aunque necesaria, sigue siendo insuficiente ante la magnitud del desafío.
Incorporar la naturaleza en la toma de decisiones corporativas no solo es bueno para el planeta, también tiene pleno sentido empresarial. Las estrategias de esta índole ofrecen beneficios en cinco áreas: mayor resiliencia, mejor gestión de riesgos, nuevas oportunidades de ingreso, reputación fortalecida y mejor posicionamiento regulatorio. Este cambio ya está siendo medido: el reciente It’s Now for Nature Pulse, un análisis de empresas líderes, demuestra esta transformación.
Por eso nació la iniciativa “Es ahora por la naturaleza”, para movilizar a las empresas a actuar y contribuir a detener y revertir la pérdida de la naturaleza para 2030. A través de este programa, las organizaciones pueden aprender, colaborar y construir planes concretos para integrarla en sus decisiones.
El reto es pasar del compromiso al cambio estructural: incluir la naturaleza en el ADN empresarial. No se trata de filantropía ni de reputación, sino de visión estratégica. La prosperidad a largo plazo exige modelos que restauren en lugar de agotar.
Ninguna organización puede hacerlo sola, pero juntas pueden cambiar la trayectoria del sistema económico. Si alineamos innovación, finanzas y políticas con la restauración de la naturaleza, estaremos más cerca de un mundo donde los negocios y la biodiversidad prosperen juntos.
Porque el futuro no se debate: se diseña. Y se diseña ahora, por la naturaleza.