La transformación de los procesos productivos es la asociación más evidente que podemos hacer entre economía circular y empresas. La idea de cerrar el ciclo de vida de productos y materiales, manteniendo su valor en la economía, es la premisa básica del concepto de economía circular. Y si bien el sector empresarial aún tiene desafíos significativos en la gestión de sus procesos, el verdadero cambio requiere la contribución de diversos actores que participan en una industria y/o un territorio determinado.
La circularidad territorial es la aplicación de los principios de la economía circular a nivel local o regional, adaptando las estrategias de circularidad a las características, recursos, necesidades y dinámicas específicas de un territorio. En ese proceso, las empresas tienen muchísimo que aportar. A partir de sus capacidades técnicas y de infraestructura, por medio del vínculo productivo y de relacionamiento, tienen la oportunidad de traccionar a otros actores del territorio, impulsando el desarrollo sostenible local.
Desde Acción Empresas, hemos apoyado a las organizaciones para hacer sus procesos más circulares, implementado y gestionado el Acuerdo de Producción Limpia (APL) “Cero Residuos a Eliminación”, que ha resultado en la certificación de 72 instalaciones pertenecientes a 42 empresas. Este año, estamos avanzando en la certificación de nuestro segundo APL, “Transición hacia la Economía Circular”, y preparando el terreno para un tercero. Estos acuerdos representan no solo un estándar validado a nivel de Estado, sino que también reflejan el compromiso de las empresas con la circularidad.
Este año tenemos el foco puesto en impulsar la circularidad a nivel de territorios. Esto implica que las empresas se involucren y trabajen en conjunto con gobiernos locales, proveedores y comunidades. La meta es promover la circularidad en los territorios donde las empresas operan, contribuyendo a la creación de sistemas más justos y eficientes. Esta labor es esencial para equilibrar responsabilidades y fomentar espacios de innovación compartida.
En resumen, para avanzar hacia una economía circular y sostenible, es esencial que las empresas no solo repiensen y rediseñen sus propios procesos, sino que también actúen como catalizadores en sus territorios. La colaboración de diversos actores que participan en la economía local, son claves para alcanzar las metas de circularidad que nos hemos puesto como país y construir un sistema sostenible que beneficie a todos.