En la colaboración público-privada, la mayor parte del tiempo, los involucrados buscan lo mismo: generar impacto positivo, pero no se entienden y la colaboración fracasa porque hablan idiomas distintos. Es que el idioma es clave, nos permite entendernos desde el encuentro con el otro, codificando correctamente los significantes que se transmiten por los distintos canales.
La Torre de Babel aparece en reuniones entre organizaciones sociales, organismos públicos y privados, donde en vez de conectar con el idioma del otro para ser comprendido y generar valor, se defienden posturas desde una experiencia, conocimiento e ideas que el otro desconoce, generando desconfianzas.
Desde 2017, me dedico a fomentar la colaboración entre el mundo social y empresarial, desde la academia, la empresa y las organizaciones sociales, que es donde me ha tocado trabajar, intentando sumergirme en cada mundo para poder comprender los dolores, las necesidades y sus sueños. Solo así podemos converger las agendas, bajar las guardias, tributar a indicadores claros, identificando necesidades comunes, sin que una agenda se imponga sobre la otra, con espacios de poder compartido para lograr lo más importante: la evidencia del impacto.
Las crisis suelen ser momentos en que los encuentros se logran orgánicamente, porque en un terremoto o una pandemia, nos sentimos vulnerables, los egos se esconden tras la necesidad de ser con otros, nos damos cuenta de nuestra fragilidad, pero se nos olvida rápido y nos volvemos a sentir inmortales dejando de necesitar al que está al lado.
Es nuestro deber entonces establecer procesos claros de colaboración, fomentando la ya existente interdependencia de actores, donde no se trata del uno o del otro, sino de ambos y más, permitiendo que el impacto social genere valor empresarial, social y público. Es hora de abrirnos y construir un lenguaje que nos permita entender que cada uno tiene distintas necesidades, pero que todos, sin duda, buscan lo mismo, un mejor futuro para quienes más lo necesitan.