Tuve una semana de vacaciones y me fui a la playa. En medio de una relajada conversación social con un empresario, en un aperitivo, le hablé de iniciativas internacionales de movimientos o causas, en las que grandes empresas no sólo financiaban los proyectos, sino que también los convocaban, invitaban a la mesa e integraban a toda clase de grupos de interés en una dinámica permanente de trabajo mancomunado para resolver asuntos que no necesariamente tratan de temas directos a sus negocios y así producir una convivencia centrada en la cooperación, el reconocimiento, la eficacia técnica y la legitimidad de las soluciones en grandes temas transversales.
Cuando terminé mi breve, pero entusiasta descripción, levantó un ojo y me dijo:
“¡Ah!, comprar paz social”.
Me molestó todo de aquella conclusión. La simplificación asociativa (¡Ah!) la mentalidad transaccional (comprar) y, sobre todo, su tono al referirse a la paz social, como si fuese algo menor, higiénico, necesario, pero no crucial ni interesante. Como estaba en su casa y ya me iba, no enfrenté ese desdén ni la mentalidad que asumí que había tras esa frase.
Ahora escucho los discursos de los candidatos que pasaron a segunda vuelta. Ambos nombraron la palabra “Paz”.
Creo que se volverá uno de los conceptos más valiosos en esta definición. “Paz” es una capacidad colectiva que nos permite colaborar y eso es mucho más eficiente para todos los aspectos del desarrollo de un país.
“Paz” es un estado individual, en que las personas nos sentimos mejor en nuestras relaciones más relevantes tanto en espacios personales como en nuestros frentes más sociales, como el trabajo.
“Paz” es un estado que necesita que, todos y todas aportemos para crearlo y luego beneficiarnos de él. No es algo que se compra ni se vende, sino que se ofrece y se vive. Es la manera más sabia que tiene una sociedad de articular su compleja trama.
Es un logro político que hay que atesorar, y hoy tiene dimensiones que deben ser abordadas: paz socio-ambiental; paz intergeneracional; paz de género; paz mental.
Las empresas son decisivas en estos ámbitos.
“Paz” es un lugar, un tono, una energía, una satisfacción, un símbolo, que puede convocar a muchos y a muchas, y que es decisiva para enfrentar juntos, los grandes desafíos de esta década, empezando por la emergencia climática.