¿Es posible un nuevo enfoque del actual sistema económico? La respuesta es “sí”.
Sabemos que la economía global se ha caracterizado por su hiperconexión, interdependencia y una naturaleza de producción lineal, basando su desarrollo en un paradigma infinito de recursos y en la degeneración de ecosistemas esenciales. Aunque el capitalismo es un modelo que hasta ahora ha funcionado en distintas culturas y contextos, hoy vemos que evidencia fallas de diseño y aplicación, las que requieren de ajustes urgentes.
La ciencia nos muestra que en una época de amenazas globales no nos queda mucho tiempo para transformar el sistema, para crear valor y bienestar. Sin embargo, dado el posicionamiento que ha ido tomando la sostenibilidad como estrategia de negocios en Chile y el mundo; la incorporación de los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) como materia clave para inversionistas y sociedad; y el avance de las normativas; estamos desafiados a ir más allá.
Aquí justamente es donde aparece la regeneración, que ofrece un cambio de mentalidad que permite mejorar la actual visión de negocios, para volver al origen de una armonía que ha sido quebrada, en parte, por actividades extractivas. Si bien este concepto evolutivo de la sostenibilidad no es nuevo, su aplicación al sistema económico cobra más vigencia que nunca, pues acelera las importantes transformaciones que tanto el sector privado, público y social están realizando, de cara a las crisis que nos impactan.
Así, básicamente, el capitalismo regenerativo plantea que la economía, al ser un sistema, nunca ha estado aislada del sistema social y ambiental y, por tanto, si no alineamos todas las partes, jamás lograremos equilibrar el sistema humano. Junto a esto, se fundamenta en restaurar la salud y la vitalidad de los ecosistemas, sin utilizar recursos que no pueda regenerarse y, por último, no busca terminar con el capitalismo, pues su objetivo es que evolucione para producir prosperidad compartida, inclusiva y equitativa.
En un ambiente polarizado, este pensamiento no es de izquierda ni de derecha, ni se ubica en una posición intermedia, sino que persigue una efectiva integración de ambas ideas, combinado con un entendimiento científico moderno sobre la manera en la que trabaja realmente el universo.
“Los principios regenerativos demandan que cambiemos de una cosmovisión competitiva y mecanicista hacia una más colaborativa y ecológica”, dice el economista John Fullerton, en el documento Capitalismo Regenerativo. El también inversor, escritor y, según algunos, filósofo, lleva más de una década desarrollando este modelo a través de Capital Institute, organización que fundó en 2010 y que le permite amplificar en empresas, universidades, organizaciones globales –y ahora en el XXIII Encuentro de Desarrollo Sostenible de Acción Empresas, llamado “A la Raíz: en busca del equilibrio perdido“, que se realizará el 4 de octubre –, su conocimiento de que el capitalismo tiene posibilidades ciertas de corregirse a sí mismo.
Apoyado en la teoría de flujo, de sistemas, las leyes de la termodinámica y leyes universales del funcionamiento del cosmos, el propósito de este cambio de visión es, según el documento elaborado por Fullerton, “promover y mantener la prosperidad humana y el bienestar en una economía de permanencia”, señalando, además, que las crisis son una oportunidad. Por eso propone aplicar ocho principios, de manera sistémica, o sea, que deben trabajar en conjunto: 1.- relaciones adecuadas entre las partes que componen el sistema; 2.- ver la riqueza (valor) de manera holística; 3.- desarrollar la innovación, adaptación y flexibilidad; 4.- participación empoderada de las partes; 5.- respetar particularidades de las partes; 6.- abundancia con límites; 7.- robustecer un flujo circulatorio y 8.- el equilibrio.
¿Cuál es el lugar de las empresas en el capitalismo regenerativo?
Un rediseño es esencial. Atrás queda la convicción de que la finalidad de los negocios es optimizar el valor para los accionistas a corto plazo, ya que pone en peligro la salud de los territorios y del planeta. El sector privado está inmerso y es parte de la sociedad y cuando toma decisiones basadas en sus intereses –pensando en tiempos acotados–, es probable que provoque impactos negativos a largo plazo en su entorno, poniendo en riesgo su éxito a largo plazo y su sobrevivencia. La transparencia se vuelve vital, al igual que invertir en el desarrollo de sus colaboradores, en investigación y en procesos circulares.
“La transición hacia las economías regenerativas dependerá de nuestra innata capacidad emprendedora para innovar y reconstruir a través de todos los sectores de la sociedad, incluyendo, pero no limitándose, al sector empresarial. También depende de la capacidad de respuesta de nuestras instituciones a las necesidades y bien común de todos los segmentos y niveles de la civilización global”, argumenta la publicación de Fullerton.