Uno de los grandes desafíos que tenemos como organización, es empujar la transformación de las empresas, pero ¿Por qué hacerlo?
La pandemia dejó en evidencia que nuestros sistemas económicos no estaban preparados para lidiar con alteraciones masivas y con las tres crisis universales que se agudizaron en los últimos años: la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y la creciente desigualdad. Por eso se requiere de un urgente y profundo cambio, que asegure una economía capaz de integrar el impacto sobre el planeta y las personas, y no solo se base en el rendimiento financiero de los negocios. Sin embargo, para lograrlo es esencial acelerar el ritmo, la metodología y centrarse en un nuevo enfoque que aumente la ambición de los objetivos.
En este escenario, el sector privado puede liderar y forjar las colaboraciones necesarias para impulsar un nuevo paradigma. Esto es justamente lo que señala la Visión 2050 del Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), organización que Acción representa en Chile. Este documento matriz -que recoge los principales puntos de la Agenda 2030- fue publicado originalmente en 2010 y reeditado a fines de 2020, y redefine los aspectos cruciales para que las empresas puedan marcar la diferencia de cara a una reactivación ambiental, económica y social, que les permita sortear los embates del covid-19.
Junto a más de 40 líderes empresariales y a sus capítulos asociados a lo largo del mundo, este texto se convirtió en una hoja de ruta clara y concisa, que, a través de acciones específicas, insta a las empresas a apresurar la transformación. La finalidad de compartir una visión a largo plazo es que las más de 9 mil millones de personas que seremos en 2050 podamos vivir bien, dentro de los límites planetarios.
El informe asegura que los desafíos por lo que atravesamos son globales y que “ningún país o empresa puede resolverlos por sí solo”. Junto a esto, identifica nueve caminos que responden a un enfoque centrado en las necesidades del ser humano y que representan los productos y servicios esenciales que demandan las sociedades y que las empresas se encargan de proporcionar: Energía, Transporte y Movilidad, Conectividad, Productos y Materiales, Agua, Espacios para Vivir, Servicios Financieros, Salud, y Alimentación.
¿Esta transición es difícil o fácil? Más allá de las percepciones y el esfuerzo que pueda significar, aquí es fundamental la voluntad, valentía y convicción de querer hacer las cosas mejor para poder dejarle un planeta a las futuras generaciones. Como asegura Peter Bakker, Ceo del WBCSD, “este siglo seguirá enfrentando grandes turbulencias y las empresas no podemos seguir recibiendo los golpes del contexto sin un plan. Generar resiliencia a las alteraciones y ofrecer las soluciones comerciales que todos necesitamos, requiere innovación, colaboración radical, y, sobre todo, un cambio de mentalidad”.
Estamos ante una emergencia. Los eventos extremos de calor, las cuantiosas precipitaciones y las sequías extremas se intensificarán, poniendo en peligro la vida en el planeta. Entonces, avanzar hacia un sistema energético cero neto en emisiones de carbono no solo asegurará que el calentamiento global se estabilice, sino que también, permitirá generar al menos 18 millones de nuevos empleos al 2030. Según un estudio de Accenture sobre las oportunidades de la economía circular, citado en la Visión 2050, desacoplar la productividad de los fósiles, podría inyectar ingresos por UDS 4,5 billones de dólares.
Tomando las recientes investigaciones científicas, la Visión 2050 advierte que, con las tasas de contaminación actuales, solo tenemos ocho años antes de traspasar el margen de temperatura de 1,5 °C, pero indica que, mientras tanto siguen generándose riesgos globales sin precedentes y nos acercamos a puntos de inflexión sociales y ecológicos, tenemos una ventana única -que se está cerrando rápidamente- de oportunidad de acción en el transcurso de esta década.
El llamado es a que el temor no nos paralice, sino que nos movilice y nos haga actuar ahora.