En tiempos de crisis e incertidumbre hay una certeza: la sostenibilidad es la clave para enfrentar los desafíos que tenemos como humanidad.
Sociedad civil, estados y empresas sabemos que es esencial buscar el balance de todo lo que hemos alterado. Hoy coincidimos en que no podemos seguir operando como lo veníamos haciendo y que la transformación de nuestro frágil sistema debe ser radical si queremos dejarles a las próximas generaciones un planeta como el que conocemos.
Si bien la trasformación empresarial comenzó a modelarse en proyectos, visiones, propósitos y definiciones estratégicas, no basta con la conciencia, la convicción y las declaraciones. Es imperativo acelerar los cambios, lo que requiere de acciones decididas y de colaboración. Y aquí surgen algunas preguntas ¿Estamos dispuestos a transformar nuestra forma de producir? ¿Queremos trabajar en conjunto y escucharnos?
Desde mi vereda, pienso que el valor de las empresas en el nuevo contexto radica en poner al centro de las decisiones diarias valores como la transparencia, las relaciones laborales y los impactos ambientales, pero, por sobre todo, que puedan identificar su propósito, el para qué existen y mirar de frente a una sociedad que exige empatía, humanidad, y trasformación empresarial.
La verdadera metamorfosis es cambiar lo que entendíamos por el éxito de los negocios y desarrollar una flexibilidad que nos permita adaptarnos a un nuevo escenario, con una profundidad y a un ritmo totalmente distinto del que teníamos, donde la generación de valor no sólo sea para los accionistas, sino para toda la sociedad. Este es el momento de actuar.
Si para el 2050 seremos más de 9 mil millones de personas en el mundo, ¿Habrá suficiente agua, alimento o salud para todos y todas? ¿Podremos acceder a los servicios que tenemos en este momento? Si actualmente esto es difícil, ¿Qué ocurrirá en 28 años más? Por eso es urgente contar con una visión compartida.
A principios de 2019, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), organización que Acción Empresas representa en Chile, hizo un ejercicio de introspección. Reunió a más de 40 compañías de su red y, a la luz de las crisis, revisó su histórica “Visión 2050”, documento que fue publicado hace una década, en el que explora cómo sería un mundo sostenible a mediados de siglo y qué papel deben jugar las empresas para que eso ocurra.
El texto es claro. Advierte que estamos llegando a puntos de inflexión y que la próxima década representa una ventana final de oportunidad para corregir nuestro rumbo. Además, reconoce los puntos en los que ha fallado el sistema capitalista, cómo las empresas pueden enmendarlo y de qué manera pueden liderar en esta disrupción sistémica.
Junto a esto, plantea nueve los caminos concretos de trasformación para los negocios, analiza cómo pueden desbloquear las crisis y menciona los tres aspectos fundamentales que deben definir a los liderazgos que dirijan el cambio de paradigma.
Por otra parte, señala que la resiliencia, la reinvención y la regeneración son necesarias para construir un futuro juntos y que sólo la colaboración radical entre los distintos actores sociales y un giro total al sistema económico, permitirá que los próximos 9 mil millones de habitantes de la Tierra, podamos vivir bien, dentro de los límites planetarios. Esto quiere decir que el calentamiento global se estabilice en no más de 1,5 °C y que la naturaleza se protege, restaura y se usa sosteniblemente.
Hablemos de sobrevivencia, de ampliar la mirada, ambición compartida y de sociedades prósperas. Eso es la “Visión 2050” y ya somos muchos los que nos estamos guiando por esta nueva brújula.
Podemos repetir una y mil veces que estamos en la década de la acción, pero si no hacemos algo ahora, los esfuerzos sobre la marcha serán en vano.