Sostenibilidad
4 de noviembre de 2025

Cáncer de mama: la urgencia de prevenir para cambiar la historia de miles de mujeres

El cáncer en Chile se ha convertido en uno de los desafíos de nuestro sistema de salud. Según el Observatorio del Cáncer (CIPS-UDD), las prestaciones oncológicas fuera de plazo aumentaron de 1.902 en el primer trimestre de 2019 a 14.782 en el mismo periodo de 2025: un incremento del 677% en apenas seis años.

Hoy, cerca de 15 mil personas esperan por un diagnóstico o tratamiento oncológico, y casi tres de cada cuatro son mujeres. Aun considerando los efectos de la pandemia, cinco años después, todavía no hemos logrado resolver este problema como país.

En este escenario, el cáncer de mama nos preocupa en forma especial al ser la principal causa de muerte por cáncer en mujeres en Chile, con alrededor de 6.000 casos nuevos cada año. Según datos del Global Cancer Observatory (2022), aunque la mortalidad general tiende a descender en mujeres mayores de 40 años, las muertes en mujeres jóvenes han aumentado en un 19% desde 2015. Una tendencia que no podemos ignorar.

El problema no es solo la incidencia, sino la prevención secundaria a través de la detección temprana. En 2022, según datos del Ministerio de Salud, se realizaron 501.268 mamografías en Chile, lo que representa solo un 38,6% de cobertura, muy por debajo del 70% recomendado a nivel internacional para reducir la mortalidad. Dicho en simple: miles de mujeres llegan tarde al diagnóstico porque no acceden oportunamente a un examen que puede marcar la diferencia en el desarrollo y tratamiento de la enfermedad.

En Bupa Chile creemos que una de las formas de abordar este problema es ampliar la detección temprana, con iniciativas que contribuyan a superar las barreras de acceso. Ejemplo de ello es el trabajo que estamos realizando junto a BancoEstado, que en 2024 benefició a miles de mujeres con la realización de más de 25.400 mamografías, demostrando que cuando la prevención se vuelve accesible, se transforma en una oportunidad real de cuidado.

El desafío, sin embargo, trasciende a una campaña puntual. Se trata de instalar la prevención y la detección temprana como un hábito cultural y como un compromiso sostenido desde todos los actores del sistema de salud que sea también respaldado en alianzas público-privadas efectivas. Necesitamos seguir contribuyendo a ese esfuerzo, ampliando alternativas y colaborando en iniciativas que acerquen a más mujeres.

La idea fuerza es clara: la detección temprana salva vidas, pero también refleja el grado de equidad de un país. El cáncer de mama no discrimina, pero a veces nuestras respuestas sí lo han hecho. Y es ahí donde tenemos la oportunidad -y la responsabilidad- de cambiar el rumbo.

El pasado 19 de octubre, fue el Día Mundial de Lucha contra el Cáncer de Mama, en ese contexto, necesitamos urgente poner la prevención en el centro de la agenda sanitaria, con la convicción de que es posible cambiar la historia de miles de mujeres. Porque el cáncer de mama, detectado a tiempo, puede alcanzar tasas de sobrevida altas, y porque la esperanza, cuando se traduce en acción concreta, puede dejar de ser un eslogan para convertirse en futuro.