Por mucho tiempo pensamos la salud como algo que ocurre en centros ambulatorios u hospitales. Sin embargo, la evidencia es clara: la salud empieza mucho antes y en distintos lugares. Se juega en la plaza de un barrio, en la sombra de un árbol, en el aire que respiramos o en la posibilidad de caminar seguros por nuestras calles. La ciudad, con su diseño, carencias y oportunidades, también nos enferma o nos cuida.
Y Chile no es ajeno a esta realidad. Más del 88% de nuestra población vive en zonas urbanas, y el país experimenta con fuerza los efectos del cambio climático: olas de calor cada vez más intensas, déficit de áreas verdes y desigualdades en el acceso a espacios de encuentro comunitario. En el mundo, las ciudades concentran más del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que acelera un escenario que ya impacta la salud física y emocional de millones de personas. Pensar en salud sin pensar en el territorio que habitamos es, simplemente, un error.
Desde esa convicción nació Ciudad Saludable (Healthy Cities), una iniciativa global de Bupa que busca transformar los espacios urbanos en entornos más saludables, resilientes y sostenibles. La lógica es poderosa: promover hábitos saludables y convertir ese esfuerzo colectivo en inversiones reales para regenerar plazas, cerros, parques y barrios. No hablamos de campañas simbólicas, sino de proyectos concretos, diseñados de manera colaborativa junto a comunidades, gobiernos locales y organizaciones de la sociedad civil.
En Chile, estos legados ya están cambiando la fisonomía y el sentido de nuestros espacios urbanos. Por ejemplo, en el Cerro Renca, se han plantado más de 220 especies nativas para recuperar cobertura vegetal y mejorar la resiliencia climática. En La Florida, en la Plaza Nueva Vida, recuperamos un espacio público con árboles de bajo requerimiento hídrico y un mural fotocatalítico capaz de purificar el aire, gracias a la tecnología de la startup Photio.
En Maipú, en las cercanías del Metro Del Sol, se creó un Bosque de Lluvia de más de 1.400 m² que gestiona aguas lluvias en invierno, mitiga olas de calor y beneficia directamente a más de 4.000 vecinos. Y en Cerrillos, inauguramos el primer refugio climático de la Región Metropolitana, que entrega sombra, biodiversidad y espacios de encuentro a más de 13.000 personas en una comuna donde las temperaturas han superado los 40 °C.
Desde su implementación en Chile, los resultados han sido contundentes: más de 200.000 personas beneficiadas, más de 7.000 m² de espacio público restaurados, más de 570 árboles plantados y casi 1.900 arbustos y plantas incorporados en jardines, plazas y corredores urbanos. Pero más allá de los números, lo relevante es lo que ocurre después: adultos mayores que vuelven a salir a caminar, niños que juegan bajo un nuevo árbol, vecinos que se reconocen en un mural hecho por y para su comunidad. Esa es la salud en acción.
Ciudad Saludable es también un ejemplo de gobernanza colaborativa. Involucra a múltiples áreas de Bupa Chile y convoca a municipios, fundaciones como Cultiva, Mi Parque y Jane Goodall Institute, junto a miles de voluntarios que hacen posible cada jornada de plantación, cada mural y cada bosque urbano. Regenerar no es un acto individual, es un proceso colectivo que refuerza la confianza y el sentido de pertenencia en las comunidades.
En ese sentido, la salud humana y la salud ambiental son inseparables. No hay bienestar posible en ciudades que sofocan a sus habitantes, ni prevención efectiva si no regeneramos los entornos que habitamos. Una ciudad que respira trae consigo barrios más saludables. Ese es el corazón del concepto propuesto por la Organización Mundial de la Salud y que incorporamos en Bupa #OneHealth, que reconoce la interdependencia entre la salud de las personas, los animales y el medioambiente.
El futuro de la salud será también urbano. No solo en hospitales y clínicas, sino en barrios regenerados, plazas y corredores donde el cuidado se respire en comunidad. Ese es el legado que buscamos dejar, uno que sea pertinente, sostenible y significativo en el tiempo, porque la salud no empieza cuando nos enfermamos, sino cuando nos cuidamos juntos en el espacio que habitamos.