El último Informe Global de Brecha de Género 2020 del World Economic Fórum, ha sido categórico. Ninguno de nosotros verá la paridad de género en vida, y probablemente tampoco nuestros hijos e hijas, porque la medición revela que la brecha a nivel mundial no se cerrará hasta en 99,5 años.
Avanzar decididamente hacia el desarrollo sostenible de las sociedades requiere que todos los actores sociales hagamos nuestra parte en materia de equidad de género. Incorporar políticas públicas que nos sitúen a todos -hombres y mujeres- en escenarios equilibrados, con igualdad de oportunidades y libres de sesgos, es fundamental pero también lo es, asumir que las respuestas “de siempre” han quedado obsoletas y que resolver los múltiples desafíos que la humanidad enfrenta, requiere visiones transformadoras, colectivas y que aseguren convergencia de ideas e experiencias.
En los últimos meses, Chile ha aprendido-y no sin dolor- que la exclusión y la homogeneidad, implica un costo demasiado alto para una sociedad que busca su desarrollo integral. Reconstruirnos a través de nuevos enfoques, miradas, de nuevas culturas organizacionales en que las relaciones de poder se generen desde la participación colectiva, diálogos horizontales y desde el respeto mutuo, resulta esencial para crear un nuevo entorno que vincule a hombres y mujeres desde la confianza. En ese desafío, el rol de las empresas es imprescindible.
Propiciar espacios laborales equitativos para hombres y mujeres, es una buena apuesta para comenzar a correr el cerco de la exclusión, y desde ACCIÓN impulsamos a nuestras empresas a comprender y a ejercer con convicción, que la incorporación de mujeres en la toma de decisiones no solo es buen negocio desde una perspectiva económica -según un estudio realizado en 2019 por Morgan Stanley, que analizó la rentabilidad de más de 2.000 empresas a nivel global que incorporaron mujeres a puestos de jerarquía, el rendimiento anual de estas firmas creció en 2,8 puntos porcentuales en comparación con firmas con menor diversidad de género en la toma de decisiones- sino que también, es parte del deber ser de la empresa, la que como organización social, tiene la responsabilidad de impulsar transformaciones profundas y trascendentes que permitan que todos y todas ejerzamos nuestras posibilidades sin limitaciones. El desarrollo hace tiempo ya no se trata de hegemonías, y las sociedades que logran progresar, son justamente las que encuentran el balance de sus partes y el valor que aporta la diferencia en ese camino.