Nuestro cerebro tiene dos hemisferios: izquierdo y derecho. Nuestra especie reconocía dos géneros: mujeres y hombres. Nuestra política dos sectores: izquierda y derecha; día o noche, frío o calor, amigo o enemigo, apruebo o rechazo, pobres o ricos, verdad o mentira. Aspectos fundamentales de nuestra vida han estado definidos por esta manera binaria y simplista de pensar, la que ha terminado por polarizar nuestras decisiones deteriorando nuestra comprensión del mundo y de la propia existencia.
¿Pero es así la vida? Claro que no. La vida es más bien un proceso continuo de cambio y adaptación, a veces sutil, a veces brutal. La humanidad ya experimentó con todas las opciones polarizadas en política, economía y otros aspectos centrales de la vida. El resultado nos ha llevado al borde del colapso ambiental, social, sanitario, político y económico. Es la tormenta perfecta.
Algunos pensarán que es una exageración, otros que todo está perdido, pero sin lugar a dudas, es la oportunidad de repensar nuestras formas y paradigmas, de corregir el rumbo y abrazar los cambios con entrega y coraje.
Es momento de nuevos acuerdos y balances, y para lograrlo, debemos dejar atrás la polarización, especialmente el “nosotros contra ellos”. Si perseveramos en estas parcelaciones, no ofreceremos un futuro sostenible a nosotros ni a ellos. El planeta agoniza, ya no queda tiempo, el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) lo acaba de confirmar.
La naturaleza nos enseña que, en la diversidad, en los matices, en la suma de las virtudes, en las diferencias que fortalecen, se encuentra la prosperidad. Pero para ello necesitamos estar despiertos y atentos, con visión de unidad y generosidad. El egoísmo y los intereses mezquinos, tan propios de nuestros grandes problemas, no tienen nada que aportar al futuro.
El trabajo coordinado entre escuelas, universidades, empresas y organizaciones es fundamental para conducir el cambio, apoyados en las mejores prácticas de gobierno, sociales y medio ambientales, sumadas al desarrollo de nuevas tecnologías (ESG+T). Solo así podremos orientar la actividad humana hacia un estilo de vida más saludable y equilibrado, que nos permita desarrollar una cultura sostenible centrada en el respeto por la vida y la ciencia.
Nuestros líderes políticos y empresariales debieran ser parte de la solución, no “el problema”. Escojamos bien, personas conscientes y comprometidas con el bienestar de todos, que entiendan el valor de la diversidad y la complejidad. Debemos utilizar el pensamiento crítico y confiar en nuestra intuición, en esas señales sutiles que nos entrega el cuerpo, puede ser una buena opción, puesto que la mente, con sus ideas rígidas, sesgos y resistencia al cambio, fácilmente puede equivocar el diagnóstico y, por ende, la solución.
Cuidemos no perder el optimismo ni dejarnos llevar por el temor. Con todo, es un privilegio vivir en tiempos de incertidumbre y grandes desafíos globales, porque nos obliga a reflexionar y valorar lo que importa; nos impulsa a flexibilizar nuestro pensamiento y a reorganizar las prioridades. Es momento de demostrar que somos capaces de adaptarnos para evolucionar. Es hora de vivir en equilibrio, entre nosotros y con el planeta.