Sostenibilidad
3 de junio de 2022
Ser buena persona | Gonzalo Larenas

¿Cómo defines a las personas que te rodean? A tus colegas, amigos, conocidos, ¿cómo los catalogas? Parece que hoy todo gira en torno a un orden simplista y binario, sin colores: derecha/izquierda, arriba/abajo, blanco/negro, ¿de qué lado eres?. No importa tu argumento o tu historia, si eres del otro bando eres un enemigo, quedas fuera, serás víctima de ataques pasivos, violentos, en grupos, en vivo, online, en todos lados serás el enemigo; sin importar la persona, sin importar que incluso sea tu amigo o familiar. ¿Qué nos pasó? Pasó que volvimos a las cavernas, donde un vestigio evolutivo nos llevaba a refugiarnos en clanes para sentirnos seguros. Cualquier cambio era peligroso y nos aterraba, porque siempre hemos temido todo lo que no conocemos.

Si no lo conocemos no buscamos entenderlo. Nos saltamos la Ilustración y millones de años de evolución, para simplemente decir ” eso me da miedo”, y entonces eres enemigo. Es un proceso mental más fácil.

En mi caso, me quedo con lo que dice el gran arquitecto Alejandro Aravena en su libro “¿Cómo vamos a vivir juntos?”, basado en su intervención en la Comisión Constitucional. Recojo la frase con la que comienza su capítulo “Ser bien intencionados” (más que inmaculados); “be kind” como dicen los gringos, o como decía un antiguo jefe: “ser buena persona es la mejor inversión”.

No sé si soy una buena persona, pero honestamente lo intento.
No creo ser buena persona porque ni siquiera sé qué significa en su totalidad; también creo que es una utopía, de esas inalcanzables, como decía Eduardo Galeano, de esas que “das un paso y se aleja un paso, siempre inalcanzable y es que para eso sirve la utopía, para avanzar”.

La esencia de todo esto está en intentarlo. Pero intentar de verdad siempre ser una buena persona, y no es para nada fácil, porque es tentador no serlo, y por lo visto parece ser que trae réditos y beneficios más rápidos e incluso económicos: “qué tonto, por qué no aprovechas?” “si no aprovechas tú, otro lo hará”… Pero ¿saben?, dormir pensando que estoy dejando a mi hijo una imagen como la que me dejó mi padre,  intachable o incorruptible, es lo primero, pero también se trata de algo más.

Se trata de intentar honestamente; se trata de valores, no sé cuáles porque van cambiando.
Pero aunque seguiré equivocando mis decisiones futuras, seguiré una búsqueda épica en esta Ilíada que nos lleva a desear la idea romántica del honor, de la virtud, esa épica “virtu”; una forma de ser que busca la verdad, la justicia. Aunque a nadie le importe, porque al final no lo haces por otros, lo haces porque lo crees firmemente, porque de manera intuitiva, sabes que es lo que corresponde, siempre.

¿Para qué sirve toda esta reflexión? Para entender que necesitamos volver “a ser” en sociedad; necesitamos vivir juntos, y es tarea de todos buscarlo, construirlo.
Colaborar con quienes no piensan igual es fundamental para crear, para ser algo nuevo, más completo, y aplica para trabajo, empresas, organizaciones, y en la vida diaria, con los seres queridos, que es sin duda, desde donde emana nuestro ser social.

Si quieres una mejor sociedad, busca ser una buena persona o al menos, inténtalo, honestamente.