Crear nuevas estrategias para enfrentar los desafíos del cambio conductual frente al cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. A pesar de la creciente evidencia científica y el consenso sobre la urgencia de actuar, muchos individuos, sociedades y empresas se muestran reticentes a adoptar prácticas sostenibles o tergiversan sus acciones en función de una conveniente interpretación de sus intereses.
Esta resistencia no es simplemente una cuestión de desconocimiento o desinterés, sino que a menudo se ve impulsada por una serie de sesgos cognitivos profundamente arraigados en nuestro pensamiento.
Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí. Entender algunos de estos sesgos y encontrar formas creativas de mitigarlos, es esencial para promover una cultura de sostenibilidad y acción climática efectiva.
Uno de los sesgos más comunes es el sesgo de confirmación, que nos lleva a buscar, interpretar y recordar información que confirme nuestras creencias preexistentes. Este sesgo puede hacer que las personas ignoren o desestimen la evidencia científica que contradice sus opiniones. Para mitigar este sesgo, se puede fomentar debates y talleres interactivos donde se presenten diversas perspectivas y se incentive a los participantes a considerar y defender posiciones opuestas a las suyas. Esta práctica no solo amplía la comprensión, sino que también cultiva una mentalidad más abierta y receptiva.
El sesgo del optimismo es otra barrera significativa. Este sesgo nos lleva a creer que somos menos propensos a experimentar eventos negativos en comparación con otros. Así, muchas personas pueden subestimar su vulnerabilidad al cambio climático, pensando que no les afectará directamente. Para contrarrestar este sesgo, se pueden crear historias de impacto local que muestren cómo el cambio climático ha afectado directamente a comunidades similares, y las soluciones con las que lo han enfrentado. Los testimonios de personas de la comunidad pueden hacer que el problema se sienta más cercano y urgente.
El efecto de descuento hiperbólico se refiere a nuestra tendencia a preferir recompensas inmediatas sobre beneficios a largo plazo, subestimando las consecuencias futuras. Este sesgo es evidente en accione como las del reciclaje, el transporte público o la eficiencia energética. Para abordar este problema, se pueden desarrollar programas de recompensas por comportamientos sostenibles que ofrezcan beneficios tangibles a largo plazo, como descuentos en facturas de servicios públicos o puntos para productos ecológicos.
El sesgo de disponibilidad nos lleva a evaluar la probabilidad de eventos en función de lo fácil que es recordarlos. Esto puede resultar en la subestimación del impacto del cambio climático porque no se ha experimentado un evento climático extremo recientemente. Para combatir este sesgo, se pueden implementar sistemas de alertas y recordatorios visuales en lugares públicos y medios de comunicación, utilizando infografías y realidad aumentada para hacer la información más impactante.
El efecto de arrastre o bandwagon effect, nos lleva a hacer o creer cosas porque muchas otras personas lo hacen o lo creen. Para fomentar prácticas sostenibles, se puede colaborar con influencers y líderes de opinión que incluso estén en la misma fase de conducta, que promuevan estas prácticas. Crear desafíos virales en redes sociales que involucren acciones sostenibles puede incentivar a la gente a participar y compartir, creando una ola de comportamiento positivo.
El sesgo del punto ciego nos impide reconocer nuestros propios sesgos cognitivos. Crear herramientas de autoevaluación en línea que permitan a las personas identificar sus propios sesgos y recibir retroalimentación personalizada puede ser una estrategia efectiva. Además, ofrecer talleres sobre sesgos cognitivos y su impacto en la toma de decisiones puede aumentar la conciencia y la capacidad de autocrítica como una herramienta de empoderamiento y liderazgo.
La falacia de los costos irrecuperables nos lleva a continuar una actividad si se ha invertido mucho en ella, sin considerar los costos futuros. Compartir historias de éxito de individuos y la colaboración entre empresas que hayan realizado la transición a prácticas sostenibles, destacando los beneficios a largo plazo, puede inspirar a otros a seguir su ejemplo.
Efecto del Falso Consenso: La suposición de que las opiniones, creencias, valores o hábitos de uno son más comunes entre el resto de la población de lo que realmente son. Esto puede llevar a sobreestimar el apoyo público hacia iniciativas ambientalistas o a subestimar la necesidad de campañas educativas más amplias. Mostrar datos estadísticos, actualizados y transparentes sobre las opiniones públicas y comportamientos para corregir percepciones erróneas sobre lo que otros piensan o hacen, es un comienzo para cambiar esta percepción.
Finalmente, entre los más comunes están, el sesgo de anclaje y el efecto de posposición (procrastinación) pueden dificultar la adopción de prácticas sostenibles. Proveer comparaciones claras y visuales de la eficiencia y costos actuales de tecnologías sostenibles frente a las tradicionales y crear programas de microcompromisos, donde las personas se comprometan a realizar pequeñas acciones sostenibles diarias, pueden ser estrategias efectivas para superar estas barreras.
En resumen, es imprescindible entender que nuestro comportamiento es siempre emocional, lo que incluso con la ciencia, se confronta a una variedad información que necesitamos procesar racionalmente para justificar nuestras conductas. Entender y abordar los sesgos cognitivos es crucial para promover una cultura de sostenibilidad y acción climática efectiva. Al diseñar estrategias que consideren y mitiguen estos sesgos, podemos facilitar el cambio hacia prácticas más sostenibles y responsables.