Personas y Trabajo
13 de diciembre de 2021

Sí hay mujeres, y son lideresas | Yolanda Pizarro

Las elecciones del último mes dejaron en evidencia que SÍ hay mujeres para instalarse en cargos de representación popular demostrando con claridad que tenemos las habilidades, competencias y conocimientos para incorporar las demandas de la ciudadanía desde una conciencia y perspectiva de género y el valor del feminismo que reconoce la desigualdad y la discriminación estructural en que se encuentran las mujeres por razones de género, recogiendo la agenda y el debate del movimiento y buscando la erradicación de todas las formas de violencia. El efecto de la paridad en la Convención Constitucional y el aumento significativo de mujeres en alcaldías y concejos municipales convirtieron los comicios recién pasados en un hito para el avance de la equidad de género.

Pasar de un Estado subsidiario a un Estado solidario que amplia su rol social y económico reforzado con los principios de inclusión y justicia, reconociendo el valor de las relaciones de interdependencia social que hacen posible una buena calidad de vida, y estableciendo el mandato de garantizar el bienestar, dignidad y derechos de todas las personas y las comunidades es un tema clave que las mujeres electas como diputadas, senadoras y consejeras regionales deberán plasmar en sus cargos trabajando conjuntamente, desde una mirada inclusiva y diversa, a instalar la igualdad sustantiva, estableciendo el mandato al Estado de remover las barreras que impidan o dificulten el desarrollo individual y colectivo de grupos históricamente postergados como las PeSD, los pueblos indígenas, las personas migrantes, las diversidades y disidencias sexuales y las mujeres en su interseccionalidad.

Considerar el derecho a la salud, física, sexual, mental y reproductiva, vivienda digna, al trabajo decente y salario justo, a la protección social cuando existe el cuidado de terceros y personas dependientes, a la educación no sexista, integradora y de calidad, el derecho a la seguridad social equitativa, a la participación efectiva en los diferentes espacios de toma de decisión y en la política, a una ciudad justa y sostenible, a una vida libre de violencia para avanzar en el logro de la igualdad entre hombres y mujeres acortando brechas e inequidades, resulta esencial para un país más justo, equitativo e igualitario.

En este nuevo escenario político, el liderazgo femenino demostrado a través de más participación, más escucha, más trabajo en equipo, cercanía, honestidad y empatía reafirma y reconoce el valor, la estrategia e inteligencia de todas aquellas mujeres que trabajaron incansablemente para llegar a desempeñarse hoy en posiciones relevantes sobretodo en tiempos tan complejos donde el desánimo prevalece, las desigualdades aumentan y la feminización de la pobreza se visibiliza con más fuerza.

La participación, el liderazgo y la amplitud de las perspectivas femeninas evidencian que no hay políticas neutrales al género y que la mirada y las necesidades e intereses específicos de la mitad de la población deben tener voz propia para dar respuesta a todas las derivadas que esta pandemia ha instalado y que nos acompañarán  por un largo tiempo con  sus consecuencias sociales y económicas donde las más afectadas son las mujeres .

La invitación que les hago a través de esta columna es a apoyar, colaborar y participar junto a estas lideresas contribuyendo a que, mas temprano que tarde, este país sea más justo, más equitativo y más igualitario.