c3/ DD.HH. y Debida Diligencia
28 de octubre de 2024

Entrevista a Carlos Scartascini: desigualdad y pérdida de confianza

Entrevista a Carlos Scartascini, líder del Grupo de Investigación para el Desarrollo del Departamento de Investigación y del Grupo de Economía del Comportamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, quien se refirió a la desigualdad y la desconfianza en el marco del XXIV Encuentro de Desarrollo Sostenible “Piso Común”.

  1. Uno de tus grandes temas es la confianza y como incide en el crecimiento y la productividad de los países: ¿Nos puedes dar una pequeña introducción a este tema?

La confianza es fundamental para el crecimiento económico y la productividad de los países. Reduce los costos de transacción, fomenta la inversión y mejora la cooperación entre empresas, trabajadores y ciudadanos. Además, la confianza facilita la innovación, ya que las personas y las empresas se sienten más seguras en la estabilidad de las instituciones y los contratos, lo que promueve un desarrollo sostenible. En sociedades con altos niveles de confianza, los ciudadanos tienden a cooperar más, a hacer pequeños sacrificios por el bien del grupo, a cumplir con las normativas, y a requerir menores regulaciones. Cuando hay mayor confianza, hay mayor cohesión social y crecimiento económico​.

[Nota: para más detalle ver:  https://publications.iadb.org/en/trust-key-social-cohesion-and-growth-latin-america-and-caribbean ]

  1. ¿Cómo afecta la desigualdad económica los niveles de confianza?

La desigualdad económica tiene un impacto directo en los niveles de confianza interpersonal y en las instituciones. La confianza es la creencia de que otros no van a tener actitudes oportunistas, que no se van a aprovechar de uno si tienen la oportunidad. A medida que aumenta la desigualdad, es más probable que los ciudadanos perciban que este resultado no es justo, sino de beneficios desiguales que han tenido unos versus otros, o la explotación de diferencias de poder.

En sociedades más desiguales, es más difícil mantener comportamientos cooperativos y la confianza disminuye porque aquellos con menores recursos tienden a ver a los más ricos como oportunistas o injustos. Además, la desigualdad amplifica las tensiones y los conflictos entre clases, lo que también erosiona la cohesión social y fomenta la desconfianza generalizada.

Asimismo, la desconfianza incrementa la desigualdad al afectar la capacidad de las personas para cooperar y actuar colectivamente, lo que disminuye la demanda de bienes públicos y políticas redistributivas. Cuando hay altos niveles de desconfianza, los ciudadanos no creen que los demás cumplirán con las normativas o que el gobierno distribuirá los beneficios de manera justa. Esto debilita las instituciones y la provisión de bienes públicos, que son esenciales para reducir la desigualdad. Además, la desconfianza impide que los individuos demanden políticas de largo plazo que favorezcan el crecimiento inclusivo, lo que perpetúa un ciclo de desigualdad. Así, la desconfianza refuerza las diferencias en el acceso a oportunidades, agravando la desigualdad existente​

[Nota: para más detalle ver:  https://publications.iadb.org/en/trust-key-social-cohesion-and-growth-latin-america-and-caribbean

https://publications.iadb.org/en/the-inequality-crisis-latin-america-and-the-caribbean-at-the-crossroads

https://publications.iadb.org/en/how-much-do-we-trust-others-lac-role-inequality-and-perceptions

  1. Yendo un poco más al fondo, y entendiendo que ciertos niveles de desigualdad son no solo inevitables en democracia, sino también tienen su razón de ser: ¿a partir de qué nivel o tipo de desigualdad, esta empieza a perjudicar la productividad y el desarrollo sustentable?

La desigualdad comienza a ser perjudicial para la productividad y el desarrollo sostenible, cuando se convierte en un obstáculo para el acceso equitativo a oportunidades, como la educación, la salud y el empleo, y cuando fomenta la desconfianza en las instituciones y entre los ciudadanos. Esta desconfianza genera inestabilidad social y política, lo que desincentiva la inversión y reduce el crecimiento económico. Es importante notar que muchos de los resultados mencionados no dependen tanto de los niveles absolutos de desigualdad, sino de la percepción de desigualdad y de justicia en la distribución de los ingresos. Hay países que pueden mantener niveles más elevados de desigualdad que otros y hay países donde se acepta más la desigualdad en ciertos momentos que en otros. Para que la desigualdad no afecte negativamente la productividad, es esencial promover políticas públicas que garanticen la movilidad social y un acceso más justo a los recursos.

  1. A su juicio, ¿qué rol deben cumplir las empresas para mejorar los índices de desigualdad en las economías?

Una prioridad para la región es disminuir la pobreza, eliminar los problemas de indigencia, etc. Sabemos que la principal herramienta contra la pobreza es el crecimiento económico. Para ello, las empresas mismas tienen que crecer en empleados, capital y aumentar su productividad. Si las empresas crecen en un ambiente de competencia e igualdad de condiciones, la sociedad se beneficia.

Lo primero que tienen que hacer las empresas y las organizaciones empresariales es no distorsionar los mercados, buscando privilegios y poderes monopólicos. Luego, tienen que apoyar las políticas de los gobiernos que promuevan la redistribución, aceptando el pago de impuestos y apoyando a que esa recolección impositiva sea no distorsionaria.

Al mismo tiempo, hay mucho que pueden hacer dentro de las empresas, promoviendo la formalización, otorgando acceso a la salud y educación a sus empleados y familiares, potenciando la inclusión financiera, promoviendo empleo de calidad, apoyando al desarrollo de la infraestructura, etc.

Muy importante, las empresas deben adoptar un enfoque proactivo que considere tanto la creación de valor económico como el fortalecimiento de la cohesión social. En el contexto de América Latina y el Caribe, donde la confianza en las empresas y en las instituciones es particularmente baja, las empresas deben generar un entorno de confianza. 

  1. ¿Cree que el mundo empresarial, en sus desafíos ESG, debe tener entre sus metas contribuir a una mejora en la equidad, inclusión e igualdad? ¿Por qué?

Como mínimo, tienen que asegurarse de no empeorarlos. Las empresas tienen que ser consistentes en su compromiso con estos valores, no solo para mejorar su imagen, sino también para restaurar la confianza social y contribuir de manera tangible a la equidad. Las empresas que aplican principios ESG pueden generar beneficios tanto económicos como sociales, mejorando la cohesión social y reduciendo las disparidades. Objetivos de equidad de género, inclusión de poblaciones vulnerables y creación de empleo decente deben ser prioridades claras en los planes ESG de las empresas.

  1. Dicho eso ¿Cómo evalúas el desempeño de las empresas en su contribución a los niveles de confianza / desconfianza, por un lado, y desigualdad por el otro? ¿Cuáles son los “pecados mortales” que hay que evitar y como subsanarlos?

Las empresas son otro de los actores económicos y como tal tienen una función que cumplir en el bienestar de los individuos. El rol principal es proveer de los mejores productos con la mayor calidad al mejor precio posible, teniendo en cuenta la sostenibilidad ambiental. Al mismo tiempo, tienen que asegurar que el crecimiento no solo es sostenible sino también inclusivo. Por último, tienen un rol fundamental en la creación de confianza e instituciones fuertes y justas. Si las empresas utilizan su poder económico para aprovecharse de los consumidores y corromper el sistema político, entonces empeorará el bienestar de los individuos.

  1. Por otro lado, y yéndonos al lado positivo, ¿qué rol pueden y deben cumplir las empresas para mejorar los índices de confianza en las economías y empresas? ¿Y qué medidas debieran tomar para abordar niveles extremos de desigualdad y mejorar los índices de igualdad, tanto de ingreso, género y oportunidades? 

Las empresas tienen la capacidad de desempeñar un papel importante en la mejora de los niveles de confianza y la reducción de la desigualdad. Mediante la implementación de políticas de inclusión y diversidad, tanto de género como de oportunidades, las empresas pueden fomentar una mayor cohesión social. Además, al adoptar medidas para promover la igualdad de ingresos y mejorar las condiciones laborales, las empresas no solo contribuyen a una economía más equitativa, sino que también aumentan la confianza de los empleados y consumidores en el sistema. Estas acciones, a largo plazo, refuerzan la estabilidad y el crecimiento económico​. 

Algunas de las medidas que podrían aplicar las empresas para mejorar los índices de equidad, incluyen:

  • Equidad salarial: reducir la brecha salarial entre géneros y razas, y garantizar que los trabajadores reciban salarios justos y proporcionales a sus contribuciones.
  • Diversidad e inclusión: implementar políticas de contratación que aseguren la representación de mujeres, minorías étnicas y otros grupos vulnerables en todos los niveles de la empresa.
  • Formación y educación: proveer programas de formación continua y desarrollo profesional, especialmente para trabajadores de ingresos bajos y medianos, facilitando su acceso a mejores oportunidades.
  • Transparencia: establecer métricas claras para medir el progreso en equidad e inclusión, y rendir cuentas públicamente sobre los resultados obtenidos.

Para mejorar los índices de desigualdad:

  • Reconstruir la confianza pública: uno de los mayores desafíos es superar la desconfianza generalizada que existe entre las personas, hacia las empresas y las instituciones en América Latina y el Caribe​. Esta desconfianza se manifiesta en la percepción de que las empresas buscan maximizar sus beneficios a expensas del bienestar social. Para revertir esta situación, las empresas deben demostrar con hechos que están comprometidas con la equidad y la inclusión.
  • Adoptar una cultura corporativa inclusiva: el cambio cultural dentro de las empresas es fundamental. Esto implica no solo implementar políticas de diversidad y equidad, sino también garantizar que estas políticas sean parte integral de su cultura organizacional. Las empresas deben establecer metas claras en cuanto a la equidad de género, inclusión de minorías y la reducción de la brecha salarial, con mecanismos de seguimiento y transparencia que permitan medir su avance.
  • Equilibrio entre rentabilidad e impacto social: las empresas deben enfrentar el reto de equilibrar sus objetivos de rentabilidad con su impacto en la sociedad. La presión por obtener beneficios a corto plazo a menudo lleva a priorizar acciones que no abordan la desigualdad de manera efectiva.