Se prevé que, en 2030, el estrés térmico induciría una reducción del 2,2 por ciento en el número total de horas de trabajo en el mundo establece el informe “Trabajar en un planeta más caliente. El impacto del estrés térmico en la productividad laboral y el trabajo decente”.
Las previsiones sobre el clima apuntan hacia un aumento en la frecuencia y la intensidad de los episodios climáticos extremos, y una de las consecuencias de esta tendencia es la pérdida de puestos de trabajo y productividad.
El aumento en las temperaturas mundiales causadas por el cambio climático convertirá el «estrés térmico» en un fenómeno habitual. Este tipo de estrés se refiere a un exceso de calor en el cuerpo superior a los niveles que este puede tolerar sin menoscabo de sus capacidades fisiológicas. Este exceso de calor aumenta los riesgos y la vulnerabilidad de los trabajadores; puede conducir a hipertermia y, en última instancia, a la muerte.
La proliferación de las denominadas «islas de calor urbanas» –áreas de concentración de calor en el interior de las ciudades debido al aumento demográfico y la urbanización– intensificará más el impacto de las olas de calor, agravando los riesgos que afrontan los trabajadores.
El calor excesivo en el trabajo crea riesgos profesionales para la salud; restringe las funciones y las
capacidades físicas del trabajador, así como su capacidad y productividad laboral. La productividad laboral disminuye cuando la temperatura supera los 24 a 26 °C. Al alcanzar los 33 o 34 °C, con una
intensidad de trabajo moderada, los trabajadores pierden un 50 por ciento de su capacidad. La exposición a niveles de calor excesivo puede propiciar una hipertermia, e incluso en ocasiones conducir a un desenlace fatal.
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