c4/ Diversidad e Inclusión
13 de mayo de 2025

La edad no define el límite, la actitud sí | Olga Urra

En mi trabajo en Travesia100, he conocido muchas personas mayores con interesantes historias de esta etapa de vida, que se negaron a quedarse viendo pasar los años. Gente que no quiere “sentarse en la mecedora”, decididas a seguir aprendiendo, emprendiendo y aportando. También he conocido muchos otros que han enfrentado esta etapa, poniendo énfasis en lo que nos limita, en las malas noticias, en los miedos enraizados. Y he llegado a una convicción: lo que marca la diferencia no es la edad, ni siquiera la salud, es la actitud. Vivir más años no garantiza una buena vida. Pero elegir cómo queremos vivirlos, sí marca la diferencia.

Hoy vivimos más que nunca en la historia de la humanidad. La medicina nos ha regalado más de 40 años. La esperanza de vida, que rondaba los 40 años a comienzos del siglo XX, hoy supera los 82 en Chile. Pero no basta con sumar años, hay que darles sentido. Y eso solo es posible cuando la actitud nos empodera. No hablo de una positividad ingenua, sino de una disposición real de atreverse a mirar la vida con apertura, resiliencia y propósito.

Los mayores enfrentamos muy a menudo transiciones complejas como el retiro laboral, los cambios en el cuerpo, las pérdidas afectivas y podemos poner atención solo en  todo lo que perdemos. En Travesia100 pensamos que esta etapa también trae una oportunidad única para reinventarse y vemos, una y otra vez, personas que a los 70 u 80 deciden estudiar, crear una empresa, tomar clases de baile o liderar proyectos sociales. Esa capacidad de comenzar de nuevo hace la diferencia.

La ciencia confirma que mantenerse activo, con una mentalidad de crecimiento y una conexión con el propósito, mejora la calidad de vida en cualquier edad. Una actitud positiva está relacionada con menor riesgo de enfermedades, mejor recuperación, más resiliencia y mayor satisfacción vital. La Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, nos dice que el efecto sobre la salud mental y física se traduce en una diferencia en la esperanza de vida de 7.5 años menos. En personas mayores, la actitud influye incluso más que la genética en cómo envejecemos.

Con el apoyo de Criteria y Ashoka realizamos un estudio de caracterización de las personas mayores en relación con el empleo, que nos permite afirmar que el 62% de los mayores quiere seguir trabajando no solo por necesidad, y que un 68% de ellos piensa que las personas que trabajan son más valoradas que las que no lo hacen. Sin embargo, el 76% considera difícil o muy difícil encontrar un empleo dependiente a su edad. Y esto último tiene mucha relación con la actitud.

Más allá de los estudios, tenemos historias reales de personas mayores que decidieron continuar trabajando y que, para lograrlo, debieron recorrer un camino que no fue lineal. Algunos comenzaron por ofrecer ayuda a amigos o familiares, otros decidieron comercializar el resultado de su hobby, incorporando nuevas habilidades.

Por otra parte, profundizar las relaciones sociales contribuye al bienestar de los mayores y tiene mucho que ver con la actitud. Con nuestros nietos, por ejemplo, nos define la cercanía que podemos lograr con ellos, poniendo atención en una buena escucha de sus inquietudes, incorporando el humor, la celebración y por sobre todo evitar ser “lateros” contando una y otra vez nuestros logros del pasado.

La buena noticia es que la actitud la podemos cultivar. No es un don con el que se nace o no se nace. Requiere conciencia, práctica y, a veces, acompañamiento. Involucra hacerse preguntas incómodas: ¿Qué creencias tengo sobre mi historia? ¿Qué me gustaría cambiar o comenzar? ¿Qué me conecta con otros? ¿Dónde encuentro sentido hoy? ¿Qué me apasiona? ¿Cuáles son mis habilidades?

Pensamos que la actitud es una decisión con la que enfrentamos la vida y que está íntimamente relacionada con como yo me cuento mi historia y mis retos. Aunque no siempre controlamos lo que nos pasa, podemos elegir como enfrentarlo. Como nos dice Viktor Frankl “las circunstancias externas pueden despojarnos de todo, menos una cosa: la libertad de elegir como responder a esas circunstancias”.

Los mayores necesitamos reconocernos como protagonistas, no como espectadores. Tener una actitud abierta, flexible y con sentido de propósito no es un lujo, es una herramienta clave para habitar esta etapa con plenitud. La actitud no resuelve todos los problemas, pero cambia la forma en que los enfrentamos. Y eso, en esta nueva longevidad, lo cambia todo.