Personas y Trabajo
22 de julio de 2025

Chile, país emprendedor: el costo de no mirar a las pymes

Chile es un país emprendedor. Lo repetimos con orgullo en seminarios, en campañas, en discursos públicos y privados. De hecho, el año 2021 un estudio de Ipsos reveló que nuestro país se ubica en el sexto lugar de entre las 28 naciones con mayor proporción de emprendedores.

Pero las matemáticas no cuadran. Según datos del Servicio de Impuestos Internos (SII), 98 de cada 100 empresas son pymes; y aun así solo generan el 13% de las ventas nacionales. El 87% de las ventas restantes se concentran en grandes empresas.

Este desbalance es como si las pymes fuesen el motor que mantiene andando a un auto; pero que nunca recibe mantención. Hace el trabajo duro, pero nadie lo ve desde afuera. Y si se detiene, todo lo demás también lo hace.

Y no solo eso. Según datos del Ministerio de Economía, las pymes concentran el 65% del empleo formal en Chile. No es menor lo que aportan, pero sí desproporcionado lo poco que reciben.

No es un tema de mérito. Nuestras pymes ya han demostrado ser resilientes: atravesaron el estallido social, la pandemia, y diversas crisis económicas, y varias aún siguen más activas que nunca. Crecen a pesar del sistema, no gracias a él.

Y cuando el crecimiento de las pymes se logra solo gracias al esfuerzo personal extremo de sus dueños, que muchas veces sacrifican tiempo, salud, estabilidad financiera, y no gracias a un entorno que las apoye (como políticas públicas, acceso a financiamiento justo, redes y tecnología) entonces el país está dejando ese crecimiento al azar.

Llevamos años acumulando programas bien intencionados para las pymes. Son ayudas que alivian el dolor, pero no tratan la causa. Algo así como un parche elegante: mejora la apariencia, pero la herida sigue abierta.
Las grandes reformas tardan años, entonces tenemos que preguntarnos: ¿qué podemos hacer para que hoy más pymes crezcan con dignidad y no solo con aguante?

La respuesta está en lo cotidiano; en simplificar procesos, acortar los tiempos de pago, tratar a las empresas pequeñas como socias. Escuchemos lo que necesitan antes de diseñarles soluciones desde un escritorio.
Falta visibilizar.

Muchas pymes están haciendo las cosas bien: innovando, incorporando prácticas sostenibles, cooperando. Pero como no tienen presupuesto para aparecer en medios o pagar consultoras, su impacto queda fuera del radar. Y cuando una pyme no se ve, tampoco se le abren oportunidades.

Necesitamos cambiar mindset como compradores. Estamos tan acostumbrados a apostar por los grandes, por lo típico, que ni siquiera miramos a las pymes como opción. Y, sin embargo, muchas veces son hasta más ágiles, más comprometidas, y más dispuestas a adaptarse. Elegir una pyme como proveedor es una forma concreta de distribuir oportunidades. No se trata de caridad, se trata de una decisión estratégica.

Cuando una pyme avanza, se activa una red. Se estabiliza una familia. Y quizás ahí está su mayor valor: no solo en cuánto venden, sino en cuánto sostienen.

No es heroísmo lo que necesitan. Es que, por una vez, el mapa no las deje al margen del camino.