Dos acuerdos, que van en la dirección correcta, se anunciaron en la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP28):
El primero se expresó al comienzo del evento: la creación de un Fondo Mundial para amortizar los impactos del cambio climático, que iría en beneficio de los países más pobres y desprotegidos. El segundo, se dijo al final: hacer una transición hacia la eliminación de los combustibles fósiles, siendo la primera vez que se hace una declaración de este tipo que encamina al fin de dicho combustible y el paso a energías limpias.
Sin embargo, respecto a lo primero no queda claro cuántos recursos alcanzará a recaudar, a qué países ayudará y si será suficiente para la necesaria adaptabilidad. Respecto a lo segundo, ha generado ruido la palabra “transición” ya que si bien denota la intención, no muestra un timing claro.
Dos buenas noticias sin duda, pero inconclusas y hasta desentonando un poco con la celeridad que amerita el desafío global de detener el calentamiento global en 1,5ºC. Da la sensación que ganas tenemos, pero cada vez partimos más tarde. Es como la promesa que nos hacemos de la dieta que comienza el lunes. El tema es si el planeta -y los que lo habitamos- vamos a esperar los plazos y compromisos que entre cuatro paredes se firman año tras año, para dejar contentos a las partes negociadoras.
Mientras tanto, afuera se hace evidente que el impacto del cambio climático sigue sin ser resuelto, y se agrava en un contexto de inequidad global que tampoco abordado. Falta una buena bajada a los anuncios, pasar de la ambición a la acción y ponerle acelerador para que, ojalá, el lunes comencemos la dieta.