Personas y Trabajo
8 de marzo de 2022
El 8M no es fecha para que las marcas laven imagen | Claudia Aldana

Hay pocas fechas que causan más reacciones encontradas en el año, que el 8M. En un calendario donde cada causa -y hasta cada sándwich- ha encontrado un día para llamar como propio, el 8M ha vivido un camino confuso para instalarse como una fecha significativa en el avance por una sociedad con igualdad de género.

Hace quince años, trabajaba en una empresa que cuando llegaba el 8 de este mes, nos llevaban una rosa y un chocolate a cada mujer, como parte de una política de recursos humanos. Después, en otro lugar donde trabajé, nos enviaban un mail de felicitaciones a todas las mujeres, citando una frase de cierto cantautor guatemalteco, obviando que esta fecha no es una fiesta, no es una celebración, sino la conmemoración del incendio en la fábrica Cotton, donde 129 mujeres que estaban en huelga fueron encerradas en el lugar por orden del dueño de la empresa, quien esperaba que con esta medida de fuerza, depusieran su movilización, la que buscaba reducir las jornadas laborales a diez horas y salario igual al que los hombres que desarrollaban sus mismas labores.

Es decir: esas mujeres murieron pidiendo algo que hasta hoy moviliza a muchas: lograr que, a igual responsabilidad, haya igual sueldo.

En Chile, la brecha entre hombres y mujeres en mismos cargos y responsabilidades es de 30% menos para nosotras ¿Cómo podría ser el 8M una fecha de fiesta, si contamos con que 129 mujeres murieron quemadas por pedir más igualdad?

Sí, agradezco los chocolates si son regalados, todos los días de mi vida.

También la flor entregada por un guapo promotor, pero que eso no opaque el fondo de la conversación. Y que no se convierta el 8M en una fecha en que las marcas pongan su logo de color morado para alinearse con la causa, pero luego sigan contratando menos mujeres, con peores sueldos y sin posibilidades de ascender en los puestos ejecutivos, porque tenemos la mala costumbre de tener hijos y convertirnos en madres.

El 8M es una fecha propicia para volver a conversar, una vez más, qué es el enfoque de género. Es, también, un día para recordarles a todos que feminismo NO es lo opuesto a machismo.

El 8M es un día para invitar a conversar de coparentalidad real, a tomar el test que hizo el ministerio del trabajo de Argentina, donde calcula cuántas horas del día dedicamos las mujeres a labores domésticas y las compara con las que gastan hombres. Y más que indignarse con el resultado, sentarse en casa a reevaluar esas funciones.

Si queremos construir un país donde la perspectiva de género sea incluida en todas las políticas del Estado y de las empresas, debemos partir por educar a todos en la corresponsabilidad en el hogar, en la necesidad de contar con liderazgos femeninos sin que se hagan por cumplir una meta establecida para tener un buen informe de sustentabilidad, sino porque se valora el aporte que somos dentro de cualquier conglomerado.

En este 8M, regalen chocolates si es que quieren, pero no nos digan “cuándo se celebra el día del hombre” o “ya van a salir las feminazis”. Porque buscar que se construya un futuro donde ser mujer no sea un costo, parte desde lo cotidiano.

Y por supuesto, sin marcas que busquen aparecer como aliados, para terminar demostrando que un eslogan de un día, no se traduce en una política interna de contratación y promoción de género acorde con el desafío. Porque esas campañas caen por su propio peso, y terminan siendo comentario por su desacierto.

Mejor darle una vuelta y aprovechar la oportunidad para educar, y no para buscar réditos reputacionales de corto plazo.