Personas y Trabajo
22 de diciembre de 2023
Solidaridad intergeneracional y envejecimiento activo: Una deuda de los ODS | Pablo Galaz

La transformación sin precedentes en la estratificación etaria de la población es posiblemente el cambio social más disruptivo que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Para 2050, una de cada seis personas tendrá más de 65 años. La población mundial de 80 años o más se triplicará, pasando de 143 millones a 426 millones. América Latina y el Caribe muestran un envejecimiento particularmente acelerado. Según la CEPAL, la región alcanzará en 2037 la proporción de adultos mayores que a los países desarrollados les demandó alcanzar más de un siglo.

Este irreversible cambio demográfico demanda reimaginar el orden social y económico desde una perspectiva sistémica de curso de vida. Requiere también reparar la omisión de las personas mayores dentro del marco de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Esta columna no tiene como intención exponer una campaña sino, la realización de un ejercicio psicomágico en el contexto del espíritu de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que no previó la necesidad evolutiva de sus metas fundacionales.

Llamemos a este objetivo N° 18. Solidaridad intergeneracional y envejecimiento activo. Objetivo explícito de Desarrollo Sostenible, enfocado en tres dimensiones claves:

  1. Incorporar a las personas mayores como ciudadanos activos con derecho a participar en la construcción del futuro. Los adultos mayores han sido históricamente excluidos de los espacios de decisión pública, desperdiciando su vasto capital humano y experiencial. Deben participar activamente y en igualdad de condiciones en el diseño de las políticas y programas que les conciernen directamente.
  2. Construir genuino entendimiento intergeneracional derribando los muros del edaísmo. Urge superar los estereotipos negativos y la discriminación etaria. Es crucial promover espacios de encuentro intergeneracional y facilitar que distintas cohortes etarias interactúen, se apoyen e intercambien experiencias y conocimientos en un marco de solidaridad.
  3. Garantizar calidad de vida en una longevidad creciente. El aumento de la expectativa de vida debe ir acompañado de medidas para garantizar una existencia digna, saludable y con propósito. Esto incluye sistemas integrales de cuidados de largo plazo, protección social y adaptabilidad de entornos públicos para la funcionalidad de personas mayores.

La consecución del desarrollo sostenible está profundamente ligada a cómo nuestras sociedades aborden el envejecimiento activo y saludable. Ignorar estas dimensiones socava los fundamentos para la prosperidad intergeneracional.

Es crucial reimaginar el curso de vida más allá de la falsa dicotomía entre población económicamente productiva y pasiva carga social improductiva. Debemos desplegar el potencial único de talento, creatividad y experiencia de vida de las personas mayores.

Como plantea el sociólogo S.J. Calasanti, urge también trascender visiones que enfatizan el declive físico y dependencia en la vejez, incorporando “el crecimiento personal, la contribución familiar y social de los mayores”.

Es indispensable reparar la insostenible invisibilización de 134 millones de personas mayores en situación de pobreza, dentro de la Agenda 2030. El desarrollo social real requiere su inclusión e integración activa. Financiar y garantizar sistemas integrales de cuidados de largo plazo y protección social constituye, además, una poderosa palanca fiscal contracíclica, según un informe de Help Age International.

Es así como un ODS 18 representaría una hoja de ruta para construir sociedades sostenibles, resilientes e integradas, con espacio y oportunidades equivalentes para ciudadanos de todas las edades y capacidades. Recordemos que no hay desarrollo sostenible posible si no cuidamos y aprovechamos el talento de quienes han forjado el hoy que habitamos. Si bien la consideración de la vejez como factor relevante, está presente de manera transversal en los ODS, esto no es suficiente. La vejez debe dejar de ser un estado temporal de la persona y transformarse en un ser impulsor de cambios que también debe ser protegido.