Personas y Trabajo
2 de diciembre de 2021

El temor a ciertas palabras | Claudia Aldana

Antes que todo: mi obsesión son las palabras. Como periodista y como conversadora en cuanta plataforma me instalen, cada palabra para mi encierra una decisión: la elijo sobre otras, me sirven para etiquetar o atrapar una sensación. Por eso, desde que empecé a hablar de inclusión, he tomado el peso a la cantidad de veces que el lenguaje más que facilitar el entendimiento, lo entorpece.

He pasado más horas de las razonables en redes sociales explicando por qué se dice persona con discapacidad y no discapacitado. Lo reconozco, salgo a educar sin que nadie me lo pida y me declaro en reflexión sobre la forma. Lo que he pensado al respecto, se refleja en un hecho que quiero invitarlos a conversar.

Como fundación, este año decidimos hacer talleres de lenguaje inclusivo. Es decir: crear un espacio donde pudiéramos entender entre todos por qué se deben utilizar ciertas palabras para hablar de las disidencias, de colectivos postergados, de las personas invisibilizadas socialmente. Tuvimos excelente recepción en comunidades educativas, en personas que trabajan en incidencia.

¿Y qué pasó con las empresas?

Las empresas se incomodaron. Nos recibieron para saber más, pero dudaron. Quizás hablar de lenguaje inclusivo les parecía un concepto cooptado por cierto sector político; tal vez por desconocimiento pensaron que le pondríamos “e” a todo y fin. Reconozco que me frustré. Hasta que decidimos rebautizarlo a “actualización del lenguaje”, y explicamos que abordamos todo desde una perspectiva de derechos, y con la Agenda 2030 como una guía fundamental.

Y ahora sí, nos entendieron.

Cuento esto, para invitar a reflexionar y conversar. A veces las buenas ideas vienen mal empaquetadas. Algunas palabras tienen mala prensa. Sin embargo, hablar de diversidad e inclusión ya es un imperativo en las empresas. Por eso, creo que debemos abordar estos temas con la apertura suficiente de ambos lados: desde quienes abogamos para crear ecosistemas inclusivos, y desde el lugar de ustedes, los que toman las decisiones y moldean la cultura de la organización que encabezan.

¿Por qué pisamos huevos cuando debemos hablar de lgtbiq+, discapacidad, migrantes, personas mayores? ¿Por qué no declararnos todos en permanente estado de aprendizaje, y desde ese espacio, atrevernos a conversar?

En días de poco cariño por la conversación y escucha activa, les digo honestamente: los leo.