Estamos a pocos días de conocer el primer elenco del gobierno del Presidente Boric, un candidato ganador desde una lógica y estilo del siglo 21. Va a ser una gestión compleja, con muchos temas decisivos corriendo y chocando en paralelo, en una trama caracterizada por un equilibrio precario y lleno de factores que no podrá controlar. No estoy diciendo nada nuevo, pero me parece importante empatizar con esa dificultad.
En este contexto el Presidente se ha autoimpuesto para su equipo de gobierno paridad de género, equilibrio de políticos de experiencia con jóvenes debutantes en un gabinete y participación de los partidos y también de los movimientos sociales. A esa compleja ecuación, agregamos algo que sólo aparece en la conversación sectorial pero no lo veo en la información sobre el diseño estratégico: contrapesos reales entre los sectores que moverán el carro del crecimiento y recaudación y los que deben impulsar una transición ecológica de nuestro modelo económico, esquema de recursos e incentivos.
En este ámbito también debemos pasar urgentemente al siglo 21. Y creo que hay 4 ámbitos en que los ministerios a cargo deberán jugar un papel decisivo y mantener una línea clara, sobre todo cuando los nubarrones negros que todo el mundo avizora en materia de indicadores, se conviertan en una tormenta que deberemos enfrentar desde un contexto de holguras macroeconómicas muy distintas a las de una década atrás.
Estas 4 áreas son para mí, las patas que nos permitirán instalar la mesa del desarrollo sustentable.
La primera es el cambio del esquema de gestión de uso de derechos de agua. Si se aprueba la Constitución, probablemente empiece de inmediato la discusión de un nuevo Código y esto va a generar muchas tensiones entre los grandes usuarios de todas las industrias, que han vivido un esquema liberal que se pensó desde la base de un recurso infinito. Hoy vivimos una realidad muy diferente y tenemos que adaptar los diseños de producción y consumo desde el nuevo estatus. Ojo aquí con la agroindustria y el sector forestal y con el ministro o ministra que representará ese mundo en el futuro gabinete.
La segunda se compone de dos temas: energía y minería. Creo que fue una buena idea tener un biministro en esta administración. Supo crear vasos comunicantes entre temas cuyos centros productivos se ubican muchas veces en territorios similares y los impactos de la transición se multiplican si se conectan industrias: uso energías limpias renovables, hidrógeno verde para maquinarias y transporte, minería para la electromovilidad, uso híper eficiente del agua para el proceso, fin de zonas de sacrificios y nuevas soluciones técnicas para disminuir impactos negativos de los desechos. A esto hay que sumar comunidades, flora y fauna. Creo que Chile debe convertirse en líder de la minería para la transición ecológica mundial: esto creará una evolución y una vanguardia industrial, tecnológica, científica y ambiental. Entonces, esas carteras jugarán un rol clave ¿Quiénes serán sus rostros? ¿Qué peso real tendrán? ¿Cómo crearan una dinámica de colaboración y no de amenazas cruzadas?
De la tercera se habla poco, menos cuando aparecen todas las demandas sociales. ¿Cómo la política tributaria y otras clases de incentivos de largo plazo, incentivarán una transición ecológica? ¿Qué Ministro (a) de Hacienda va a estar dispuesto a recaudar menos, con tal de fomentar inversión en todas las industrias para que el verde ya no sea sólo el color del dinero?
La última también se trata de estimular volúmenes de colaboración nunca antes vistos. La ley REP más todas las normas que pretenden fomentar economía circular, necesitarán una inyección de apoyos para aumentar la capacidad técnica de reciclar y sobre todo para propagar campañas de educación que hagan que las personas sepan lo que tienen que hacer y se motiven a hacerse parte. Y mucho trabajo con las municipalidades. Ministerio de Economía y de Desarrollo Social, unidos en esta tarea.
Un gobierno joven liderado por un político que hizo de un árbol un símbolo, no genera esta “paridad” de pesos de estos temas de la agenda económica y socio ambiental, a través de sus figuras y de él mismo, capaz que volvamos a inercias del siglo 20, en que la lógica de la economía lineal tenía muy pocos contrapesos reales.