Cambio Climático
1 de febrero de 2022
La transición energética al hidrógeno verde necesita democracia ambiental | Andrea Sanhueza

Quiero invitarlos a conocer “Misión Cavendish” https://misioncavendish.com realizado por el Club de Innovación y la Asociación Chilena del Hidrógeno junto a actores estatales y privados. Su nombre, se debe al físico y químico británico Cavendish quien descubrió el hidrógeno.

Uno de los objetivos de la “Misión Cavendish” es promover que la transición hacia energías renovables y no contaminantes (hidrógeno verde) sea realizada en forma justa. Ya existen 60 proyectos en el país vinculados a la industria de hidrógeno verde. Me parece importante definir qué se entiende por transición justa y cuáles son sus implicancias.

En primer lugar, esta transición será justa, siempre y cuando en las decisiones que se tomen en ella, participen los actores involucrados, desde las comunidades aledaña, las industrias existentes hasta el empresariado, pasando por autoridades, técnicos, académicos, científicos y cualquier grupo interesado en la materia. De esta forma, será una industria que gozará de legitimidad, y por lo tanto no debiera tener altos niveles de conflictividad social.

En segundo lugar, esta transición será justa si las decisiones que tomen estos actores, consideran las tres dimensiones del desarrollo sostenible: ambientales, sociales y económicas. Las decisiones en cuestión deben hacerse cargo de los impactos económicos, sociales y ambientales que desencadenarán. Se trata de adoptar decisiones que logren un balance entre estas dimensiones, y ninguna de ellas salga muy perjudicada.

Por ejemplo, esta transición energética va a significar eliminar puestos de trabajo (al cerrar termoeléctricas), y ésta será una de las dimensiones sociales de las que habrá que hacerse cargo a través de programas de reinserción laboral u otras iniciativas, no dejando a este sector a su suerte.

En tercer y último lugar, lo justo también consiste en no olvidar que las decisiones que se tomen hoy sobre la industria, afectarán insoslayablemente las necesidades de las generaciones futuras. Para lograr que estos elementos sean una parte constitutiva de esta transición justa debemos dejar de lado los modelos tradicionales de relacionamiento y apostar por uno basado en el concepto de democracia ambiental: información y participación en la toma de decisiones sobre asuntos ambientales.

Hasta ahora, las decisiones en la mayoría de las actividades del sector privado, han dado prioridad a la dimensión económica, no haciéndose cargo de los efectos sociales y ambientales. Ya lo decía  Gro Harlem Brundtland en el informe que lideró en la Comisión de Medio Ambiente de la ONU en 1976. “El crecimiento económico se ha logrado a costa del medio ambiente y de las personas”.

Tenemos una cultura política que recién está viendo el valor de la participación y dejando atrás prejuicios como “la gente no sabe”, “la gente no entiende”, “la participación crea muchas expectativas, crea ingobernabilidad y detiene proyectos…” Muy por el contrario, la transparencia y la participación son fundamentales para lograr una industria productiva que respete al medio ambiente y a las personas.

No nos perdamos la oportunidad de lograr una transición energética transparente y con el concurso de los actores interesados.