Por Marcela Bravo, Gerenta General de ACCIÓN Empresas.
En un escenario tan complejo como el actual, marcado por una crisis sanitaria, social, y medioambiental, necesitamos impulsar transformaciones profundas y, aprovechar esta oportunidad para construir en conjunto un país más justo, equitativo, inclusivo y sostenible.
¿Cómo lo logramos? Para comenzar, es necesario recuperar las confianzas perdidas entre todos los actores sociales y, en este esfuerzo, las empresas juegan un rol esencial. En los últimos años, la desconfianza ha expandido la brecha entre negocios y sociedad a tal modo, que hoy podemos verlos correr por carriles separados, augurando un futuro poco auspicioso para el progreso y el desarrollo social.
Por eso hoy es imperativo que las empresas se conecten genuinamente con las personas y con sus entornos, que incorporen la dimensión social al mismo nivel de la dimensión económica, pero también es importante que replanteen su propósito y se pregunten de qué manera están contribuyendo a la sociedad y qué posición tomarán en este momento crucial para la humanidad.
No olvidemos que las organizaciones que se centran en factores medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) son percibidas como mejor gestionadas, menos riesgosas y son más valoradas, incluso, en tiempos adversos como los que estamos viviendo.
La pandemia ha dejado en evidencia la fragilidad de las economías mundiales. Por eso, una recuperación económica post-Covid-19 necesariamente debe ser sostenible y alineada con los compromisos que Chile adquirió en el Acuerdo de París. Solo así, el sistema estará preparado para enfrentar momentos críticos, los que podrían ser más recurrentes.
Esta reactivación sostenible debe venir con fuerza desde el mundo privado, entendiendo que es un agente de cambio para sus entornos, que a través de un empleo digno puede empujar la disminución de desigualdades, y que es capaz de movilizar voluntades políticas y de crear espacios de co-construcción ciudadana. Todo esto debe ir acompañado de liderazgos sólidos, transparentes, coherentes y con una convicción absoluta, de que la sostenibilidad no puede ser un valor agregado, sino que debe ser el valor principal de una compañía.
Sin las empresas es imposible que podamos avanzar en esta transición histórica.