Hace un par de semanas, realizamos junto a CLA Consulting, el Primer Pulso de Sostenibilidad Empresarial con la finalidad de conocer las percepciones de los colaboradores sobre la perfomance de sus empresas en materia de sostenibilidad.
Ante la incertidumbre económica que viene de la mano del COVID-19, quisimos preguntarnos cuál es el rol de las empresas en ese futuro incierto que nos espera. En tiempos de crisis, las empresas y las organizaciones en general, tienen la oportunidad de replantearse cómo están haciendo las cosas; con qué criterios están tomando decisiones, y, en síntesis, dónde tienen puestas sus voluntades.
Los resultados nos indican que la principal preocupación de las empresas durante la pandemia ha sido la salud, seguridad y bienestar de sus trabajadores y colaboradores (26%); sostener la continuidad operacional (25%), y; mantener la fuente laboral de trabajadores (20%). Vemos con entusiasmo como el desempeño operacional es igual de importante que la salud y el bienestar de los que componen la empresa, lo que nos permite avizorar que en tiempos revueltos, las empresas sí han sido capaces de poner a las personas al centro, entendiendo que es en su fuerza laboral donde reside su mayor fortaleza frente al mundo cambiante.
Una de las enseñanzas que nos ha dejado la pandemia mundial, es que las estrategias globales en materia de buena salud son fundamentales para el desarrollo sostenible, y la Agenda 2030 refleja la complejidad y la interconexión de ambos. Contar con planes de desarrollo integral en términos de salud, ayuda no sólo a aplacar las desigualdades económicas y sociales que se generan de la rápida urbanización, sino que, además, nos permite poner el acento en las enfermedades que se genera de esas nuevas formas de vivir, lo que es fundamental para dar respuesta a las altas cifras de enfermedades mentales, tales como depresión, trastornos alimenticios y enfermedades no transmisibles.
Sin embargo, el mundo no está bien encaminado para alcanzar los objetivos globales relacionados con la salud. El progreso ha sido desigual, tanto entre países como dentro de ellos. Sigue habiendo una discrepancia de 31 años entre los países con la esperanza de vida más corta y la más larga. Si bien algunos han logrado avances impresionantes, los promedios nacionales ocultan el hecho de que algunas poblaciones, grupos y comunidades se están quedando atrás. Por ello, es imperativo que esta reactivación, la que busca acelerar esas transformaciones pendientes en tantos ámbitos, tenga un foco puesto en los factores multisectoriales, como el bienestar de las personas y es, en ese desafío, donde las empresas sí tienen un rol muy importante que jugar