Personas y Trabajo
10 de marzo de 2022
Mi deseo por un 8M en el que no nos duela hablar de igualdad | Karina Cisterna

¿Cómo viviste este 8M?

Personalmente, creo que el día internacional de la mujer es una fecha potente, no solo por su origen de reconocer las muertes de mujeres luchando por la igualdad de derechos, sino que también porque nos invita, individual y colectivamente, a reflexionar sobre las brechas que vivimos las mujeres en distintos espacios.

Este 8M, para mí fue una instancia de revisión del estado de las brechas entre hombres y mujeres; en particular, qué ha pasado en los últimos 15 años, y bueno, las noticias no son alentadoras.

Según el reporte Global Gender Gap del Foro Económico Mundial, en el ítem de igualdad de género en “participación y oportunidades económicas”, en 2006 Chile estaba en el lugar 90 (de un total de 115 países). 15 años después, estamos en el lugar 113.

¿Qué nos ocurrió?

Si bien hemos avanzado, nuestro camino hacia la igualdad tiene un ritmo más lento que el de otros países de la región y del mundo.

En la práctica, las mayores brechas se detectan en el salario, donde las mujeres recibimos menos ingresos por trabajo de igual valor (brecha salarial es del 20.4% promedio). Por otra parte, hay una brecha persistente en participación laboral en el mercado formal (40.1%), donde la representación en posiciones de liderazgo es la que está más al debe con 21% de mujeres en gerencia y tan solo 10% en directorios.

REVISA LA GRÁFICA SOBRE DESIGUALDAD DE GÉNERO

¿Qué tanto nos incomoda esta desigualdad? A mí… me duele.

Me duele sentir que, para una sociedad que ha tenido grandes hitos, como el movimiento feminista universitario, la exigencia de educación no sexista y el avance legislativo, lleguemos a un nuevo 8M, en 2022, con carencias de esta magnitud.

Me duele por el 40% que trabaja recibiendo menor salario, pero me duele aún más el 60% de mujeres que, en edad de trabajar, no pueden ingresar al mercado formal, porque – a nivel país- no hemos resuelto algo tan fundamental como la carga de las labores domésticas y de cuidado, de manera corresponsable.

Mi reflexión final es que, si bien hay muchas iniciativas, la necesidad de movilizar la igualdad de género no está siendo gestionada en las esferas de poder con el sentido de urgencia que requerimos.

Necesitamos dar el golpe de timón.

Mi meta es que conmemoremos el 8M de 2037 (15 años más), mirándonos a los ojos con mujeres adolescentes sin que nos duela hablar de igualdad.