Hace un par de semanas terminó la COP26 y como lo vimos, se lograron acuerdos importantes, pero insuficientes ante la gravedad de la crisis climática que vivimos.

La desesperanza en las palabras de despedida del presidente, quien finalizó el evento con voz quebrada, dado el cambio de China e India sobre “la eliminación de la energía de carbono” por una “reducción progresiva”, aflora la pregunta: ¿Qué hacemos con estos resultados? ¿Nos lamentamos y nos sentamos a esperar que en algún momento los países se pongan de acuerdo y sin excepción, tomen las medidas que necesitamos? ¿Esperamos esos acuerdos hasta que la Tierra colapse o decidimos actuar y nos hacemos parte de la solución?

No olvidemos que nosotros, las personas, somos las que le exigimos al planeta más de lo que nos puede dar. Nosotros hemos escogido el sobreconsumo que disfrutamos a diario con una vida llena de insumos desechables y que muchas veces, no tenemos idea cómo se fabricaron, cuál fue su origen o qué será de ellos una vez que los desechemos.

¿Siendo así, el cambio no debería venir con fuerza desde cada uno de nosotros?

¿No deberíamos ser ciudadanos más informados y conscientes de las consecuencias de nuestros actos? Cada uno de los aspectos de nuestra vida, nos permite escoger la disminución del sobreconsumo; tenemos la opción de escoger productos con menor impacto, más sustentables y que contribuyan al medioambiente. Desde una empresa, y desde cualquier ámbito de acción podemos fomentar el uso de productos con baja huella de carbono e hídrica, y disminuir compras innecesarias.

Para lograr el cambio que necesitamos, no basta con esperar que otros, sean países, empresas, asociaciones, líderes globales, se pongan de acuerdo. Debemos entender y asumir también, que cada decisión personal que tomamos tiene siempre dos caminos: es parte del problema o parte de la solución. ¿Qué escoges tú?