Hoy es el Día Internacional Contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia.
Sí, todos los días hay un “día de”, pero este nos lleva a recordar que, en 1990, un 17 de mayo, se retiró a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Cierto: han pasado pocos años, pero ¿cuánta es la deuda pendiente con la diversidad, en todos sus aspectos? Gigantesca.
Partamos, por ejemplo, por recordar la afirmación “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, parte del Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y, aunque la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó la Declaración como “ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse” en 1948, aún hay personas que no comprenden que la diversidad sexual es una realidad y la inclusión, un acto de justicia.
Más de un tercio de los países existentes penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo.
Las personas LGBTQI enfrentan prejuicios, discriminación, estigma, hostilidad y violencia. Se les niega protección jurídica, atención sanitaria esencial y derechos humanos y civiles, tales como el derecho a la autonomía corporal al ser obligadas a sufrir tratamientos médicos o cirugías innecesarias.
Hoy veremos a muchas compañías teñir sus logos con los colores de la bandera de la diversidad, pero más que estos gestos cosméticos, necesitamos avances reales.
Necesitamos conversar de diversidad en cada espacio, actualizar nuestro lenguaje, reflexionar con quienes componen cada estamento de una comunidad sobre qué es orientación sexual, qué es no binario, qué es transgénero, y por qué referirnos de la manera adecuada es lo mínimo que podemos hacer para tener una convivencia sana como sociedad.
Puede sonar algo no relacionado, pero ayer se leyó la condena contra un cineasta que abusó de mujeres usando su puesto. Y al revisar entrevistas anteriores del mismo, él se vanagloriaba de burlarse de las personas con discapacidad, de las diversidades sexuales, de contextos económicos vulnerables, porque según él, así somos todos. Y creo que nada puede estar más lejos de la realidad.
Burlarse hoy de la diversidad es ignorancia pura y es castigado socialmente, como siempre debió ser. Porque quienes nos hemos rodeado de ella, conocemos su valor, su aporte, y la ganancia que es para todos los que optamos por la inclusión como forma de vida. En este Día contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia los invito a revisar sus propios sesgos: ¿cómo hablamos de ellos? ¿hemos realizado las adecuaciones para que la atención al cliente en estos casos sea la adecuada? ¿Hay políticas internas y protocolos contra la discriminación, más allá de la ley básica en el tema? ¿Estoy dispuesto a comprometerme a incorporar la diversidad, o solo lo hago porque todas las empresas tiñen su logo por estos días?
Que no sea solo un día. Que sea una forma de vida.