Economía Circular
6 de diciembre de 2021
Salen los “grupos de interés”, entran los “grupos relacionados” | Pablo Galaz

Cualquier ecosistema requiere vínculos que se construyen, terminan o se reconstruyen, de acuerdo a su evolución misma. Es la forma como funciona la naturaleza y lo han hecho los sistemas dinámicos en las construcciones sociales a lo largo de la historia de la humanidad.

Cuando hablamos de grupos de interés o stakeholders, damos por sentado que no existe un ecosistema, porque sólo se entiende la relación directa de un sujeto con un único otro: accionistas, directivos, trabajadores, proveedores, clientes, comunidades, academia, estado, organizaciones sociales y/o comunidad. Por lo general, estos grupos de interés se representan en gráficos circulares, en los que la empresa está al centro, provocando relaciones lineales que no deja espacio a un vínculo sistémico que permita el encuentro entre todos los sujetos involucrados. Esa es la primera desventaja de los grupos de interés.

También, establece una asimetría del poder, pues existe un fin individual y competitivo que subyace en la definición misma de la palabra “interés.” Los sujetos dejan de existir si no representan un beneficio particular, el que se percibe en tiempo y lugar determinado, volviendo la relación utilitaria y donde los beneficios mutuos, sólo son válidos si se aceptan en términos del interés de uno de los involucrados.

Esta relación lineal se pone a prueba particularmente en las crisis, donde el desgaste en el tiempo tiende a potenciar los beneficios o la percepción subjetiva de ellos, en la relación hacia el futuro.

Otra falencia de esta estructura, es la ausencia de la “competencia”. Se entiende que el concepto de competencia nos pone aparte de la empresa competidora. (Quizás deberíamos cuestionarnos también el concepto de competencia, pero eso es para otra columna.)

En cambio, entendernos nuestros vínculos dentro de grupos relacionados, nos saca del centro de la relación, potenciando nuestro acervo inherente -como personas, colectivos o empresas-, y nos deja como sujetos activos de una relación virtuosa, interrelacionada e interdependiente, en la que es posible reconocer nuestro propio valor por aportar y los desafíos colectivos por cumplir.

Cuando nos relacionamos de manera virtuosa, las asimetrías se van porque cualquier reto desafío pone como objetivo su solución y como colorario, existen más probabilidades que de que todos salgamos favorecidos.

Voy a mencionar algunos ejemplos, entendiendo que estos no son absolutos ni únicos.

Imaginemos una empresa que se ve enfrentada al desafío de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero por las protestas de ONG’s que denuncian. La empresa contrata a la ONG para saber cómo podría mejorar y así le ayude a resolver concretamente, el objeto de la protesta. En ese andar, averigua que el principal foco está en su cadena de proveedores (cientos o miles) y consumo energético, y la manera más transversal de resolverlo, es en las luminarias de sus instalaciones. La empresa contacta a un proveedor de luminarias eficientes, que le ofrece un 40% de descuento al mayoreo, y así sus proveedores pueden no sólo reducir su huella de manera directa, sino que también ayuda a sus otros clientes a hacerlo. Se vuelve significativo el cambio para las personas trabajadoras, quienes comprenden el impacto positivo que esto podría tener en sus vidas cotidianas -hogares o relaciones sociales-. Y a su vez, el directorio os directores se da cuenta del impacto positivo de la acción a través de cómo crece y se posiciona la empresa. Comienzan a ser más receptivos con las propuestas de gerencia en relación a la sostenibilidad y ésta toma un lugar más estratégico dada la visión sistémica.

Esto produce que accionistas reorientar su portafolio en empresas con un impacto más transversal y consistente, que logre definir objetivos y metas claras en estas materias. Sin considerar un rubro en particular, comunicas a tus clientes que no solo eres más sostenible, sino que, además, fuiste más eficiente. Si, además, en este ejercicio imaginativo, agregamos la existencia de otra empresa que, normalmente llamaríamos “la competencia”, y que ya ha cubierto su curva de aprendizaje en materia de GI –y por ende, su reto es el mismo que acaba de resolver la empresa 1, ¿cómo se beneficiarían las dos al compartir sus experiencias generando valor más allá de su entorno particular?

Para generar Grupos Relacionados (porque no es espontáneo), necesitamos crear un metalenguaje que las identifique. La comunicación de cambio sustentable, es la disciplina que logra construir relaciones entre grupos, con desafíos comunes, que antes no sabían que los tenían, y de paso, da vida y sostiene sus vínculos.