Cambio Climático
25 de mayo de 2022
Vivir sin aire | Felipe Gerdtzen

Para todos los que vivimos en alguna ciudad grande o mediana de los valles transversales de Chile, es muy probable que tengamos a alguien cercano enfermo o enferma por un tema respiratorio. Han regresado todos los virus y bacterias que se habían replegado durante la pandemia. Además, hemos retornado a tasas de traslados y movimientos por las ciudades, anteriores a las cuarentenas, pero un millón de autos más que en el 2019. La guerra, la inflación y todas las incertidumbres económicas, políticas y sociales, hacen que los precios de los combustibles suban y que se avizore un tiempo de leña en muchos hogares. Es decir, tanto el transporte como la calefacción harán un potente aporte de material particular refinado y la contaminación de este invierno agrega más complejidad a un cuadro sanitario con aumento de contagios de COVID y de todas las otras enfermedades de esta época del año. Recordemos un poco de los contenidos de este material particulado: dióxido de carbono y de azufre, óxidos de nitrógeno, plomo, entre otros elementos. Directo a nuestros pulmones y sangre.

Entonces aquí se hace patente eso de diferencias lo urgente de lo importante. Lo urgente es enfrentar un invierno difícil tanto desde lo sanitario como desde lo político, social y económico. Lo importante es entender que tenemos una oportunidad de oro, gracias a nuestro cobre, litio, a nuestras fuentes de energías limpias y renovables cada vez más amplias y diversas, a que nos hemos trazado un camino de hidrógeno verde, de armar un plan maestro que nos permita calefaccionarnos y movernos con mucho menos huella de carbono. Eso va a ocurrir en nuestras casas y en nuestros autos, mientras el transporte público no revierta su deterioro y su evasión. El metro debe ser un gran aliado. Y debemos implementar un sistema inteligente y claro que nos permita conocer nuestro impacto.

¿Dónde están esas conversaciones que nos lleven a esas soluciones? ¿Dónde está la mesa en que se junten los ministerios de minería, energía, economía, hacienda, medio ambiente y ciencia, con los gremios de los sectores productivos claves para esta transición ecológica? ¿Dónde están las universidades y los centros de conocimiento aplicados? ¿Dónde están las comunidades en todo esto? Y mientras nos envenenamos a cuenta gotas haciendo algo que necesitamos para vivir (respirar), el Estado sigue ofreciendo una respuesta enfocada en monitorear el problema y activarse cuando llega a un punto crítico, pero no en ir al fondo del asunto y ofrecernos una estrategia integrada, poderosa, efectiva y convocante. Hoy el incentivo económico más relevante en todo este tema, es la subvención al Diésel. Probablemente este año habrá muchas ayudas para el Kerosene. Es el momento de pasar al siguiente nivel, o seguir conformándose con otoños e inviernos de “Vivir sin aire”.