Sostenibilidad
5 de noviembre de 2020
Una nueva idea de resiliencia empresarial apunta hacía una conducta más flexible

Peter Bakker CEO del World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), organización a la que representamos en Chile, escribió un artículo sobre cómo el covid-19 está obligando a las empresas a reinventar la resiliencia. “En lugar de tratar de fortalecer su capacidad para resistir el cambio, las empresas deben aprender a adaptarse y a ajustarse si quieren seguir existiendo como empleadores, creadores de valor para los accionistas y miembros de confianza de comunidades de todo el mundo”, dijo.

El covid19 representa la mayor crisis de salud pública del último siglo, causando la recesión económica más profunda en tiempos modernos. Reveló las vulnerabilidades en los sistemas sanitarios y en las redes de seguridad social en todo el mundo, dejó en evidencia las inmensas desigualdades y demostró de qué manera una disrupción importante puede amplificarse a través de sistemas interconectados. Es evidente que las sociedades y las economías no son tan resilientes como creíamos.

Una razón de lo mucho que nos costó reaccionar a la pandemia es que nos hemos esforzado en eliminar cualquier margen de los sistemas. Las empresas adoptaron el evangelio de la eficiencia, mientras los gobiernos, con presupuestos limitados, tienen dificultades para proveer los servicios más básicos; llevando los sistemas naturales al límite. Llegada la crisis, vemos que lo que antes parecía margen excesivo, resultó ser una redundancia necesaria.

Y todavía nos esperan otras crisis, las derivadas del efecto dominó de la pandemia, las repercusiones del cambio climático y otras alteraciones en los sistemas naturales.

Cada director ejecutivo debe prever que, estando al frente de una empresa, se producirá al menos un shock importante, y debe prepararse y liderar en consecuencia. Aunque ya hay un creciente corpus analítico en relación con el impacto empresarial del covid‑19, la mayor parte todavía se refiere a la respuesta inmediata. Por eso, las organizaciones a las que representamos han elaborado una guía que presenta ideas para que las empresas puedan mejorar sus procesos de análisis y planificación a largo plazo y prepararse mejor para futuros hechos similares.

Nuestro trabajo se basa en conversaciones con miembros del World Business Council for Sustainable Development (Consejo Mundial de Empresas para el Desarrollo Sostenible) y en una serie de entrevistas con representantes de empresas en Asia, Europa y las Américas. También incorpora conclusiones sobre el impacto de la pandemia derivadas de la Encuesta de Líderes 2020 de GlobeScan/SustainAbility, además de un análisis general del panorama futuro en cuanto a resiliencia y respuestas empresariales frente a la COVID‑19.

Tres enseñanzas

La guía destaca tres enseñanzas fundamentales para las empresas. En primer lugar, las crisis son inevitables. Las empresas deben prepararse mejor para enfrentar amenazas conocidas y desconocidas, y eso implica en parte devolver algo de margen a los sistemas. Para resistir futuros shocks, deben modificar y ampliar sus concepciones en relación con la resiliencia a largo plazo. Sobre todo, deben aceptar que la resiliencia empresarial no depende solamente de factores internos, sino también de otros externos como los ecosistemas, las comunidades, las condiciones económicas, el Estado de Derecho, la eficacia gubernamental, etcétera.

En segundo lugar, una vez establecida la resiliencia, las empresas tienen que incorporarla más profundamente a su vocabulario, y sobre todo en sus prácticas, para evitar que se atrofie. Las empresas que actúen de tal modo podrán anticipar cualquier situación futura y prepararse para ella, minimizar el impacto de shocks que las afecten y recuperarse en menos tiempo. Según nuestra investigación, aquellas empresas que tienen sus valores y objetivos más incorporados en la cultura de la organización, en todos sus niveles, pueden actuar de forma más ágil y decidida durante una crisis. Una cultura alineada con los objetivos y la visión de la empresa contribuye a crear confianza y franqueza, que son elementos esenciales para la eficacia y autenticidad de la comunicación interna y externa y para la colaboración.

En tercer lugar, las empresas también pueden aumentar su resiliencia a largo plazo mejorando la forma en que gestionan el riesgo corporativo, el capital humano y social, y la información referida a cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza. En cada caso, hay ciertas medidas que son importantes.

Mejorar la gestión de riesgos

Para mejorar la gestión de riesgos es necesario, ante todo, abandonar el énfasis tradicional en la adherencia a reglas y adoptar en cambio una pauta de conducta más flexible y orientada a los procesos que permita aprender y explorar en forma continua. Además, las empresas deben incorporar herramientas y metodologías con capacidad para alentar el pensamiento creativo (outside the box) y para revelar aquellos riesgos cuya predicción es más difícil («incógnitas desconocidas»).

Mejorar la gestión del capital humano y social, demanda interactuar con personas dentro y fuera de la organización y usar el conocimiento surgido de ese proceso para definir y sostener la visión de la empresa. También es buena idea que las medidas de protección laboral, originalmente diseñadas para el personal interno de la empresa, se extiendan a los empleados de los proveedores y a trabajadores temporarios en toda la cadena de valor. Además, en el largo período que nos espera de búsqueda de equilibrio entre las dimensiones sanitarias y económicas de la pandemia, tendremos que adaptar y mejorar constantemente medidas destinadas a los trabajadores que tienen contacto mutuo y con el público.

Finalmente, las empresas deben seguir mejorando las prácticas de publicación de información sobre cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza, lo cual implica sobre todo acelerar la adopción de normas y métricas compartidas y proveer más información sobre cuestiones que son fundamentales para la resiliencia de la empresa durante la pandemia (por ejemplo, el bienestar, la diversidad, la inclusión y la protección de los trabajadores). También hay que mejorar las evaluaciones de sostenibilidad incluyendo en ellas una representación más diversa de opiniones de las partes interesadas, con un horizonte temporal más largo y planes para una variedad más amplia de posibles escenarios, además de aumentar el énfasis en la dimensión social en la publicación de información y en la estrategia.

La resiliencia no es solo una cuestión de homeostasis, vinculada a adoptar conductas y acciones ágiles, dinámicas y transformadoras en respuesta a la presión; es decir, de ser capaces de adaptarse. El verdadero significado de la resiliencia no es poder soportar condiciones difíciles, sino saber hacer los cambios necesarios para prosperar en el nivel organizacional y de los sistemas.

El covid-19 obliga a las empresas a reimaginar la resiliencia. En vez de intentar reforzar la capacidad de resistir cambios, las empresas deben aprender a adaptarse, para seguir siendo dadoras de empleo, creadoras de valor para los accionistas y miembros fiables (y serviciales) de la sociedad.