¿Pueden las finanzas sostenibles reinventar el capitalismo? Cuando el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo sostenible (WBCSD) relanzó su Visión 2050, se basó en una pregunta central y aparentemente sencilla: ¿qué pueden y deben hacer las empresas para que más de 9 mil millones de personas puedan vivir bien, para mitad de siglo, dentro de los límites planetarios?
La respuesta que planteó es: liderar la transformación sistémica en base a una visión compartida, colaboración radical, y un cambio de paradigma que se refleja en 3 R: desarrollar resiliencia, fomentar la regeneración y – ahora viene – reinventar el capitalismo.
Lejos de referirse a una revolución anticapitalista, la propuesta implica transformar el sistema económico actual para abordar desafíos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la creciente desigualdad. Esto requiere un cambio de mentalidad que integre criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en la definición de éxito empresarial y en la valoración de los mercados. Implica integrar el valor del capital natural y el costo de los riesgos ambientales y sociales en nuestros estados financieros, para así reflejar de manera más real las dependencias e impactos, y los riesgos y oportunidades que serán determinantes para el éxito en el largo plazo de los negocios.
Es por eso que – a pesar de los más recientes vientos en contra, como los conflictos geopolíticos, el menor crecimiento económico y la salida de EE. UU. del Acuerdo de París – los fondos gestionados bajo criterios ESG siguen en un alto nivel a nivel mundial. En esa misma línea, en Chile, según un informe de la Bolsa de Santiago, la cantidad de fondos de inversión con enfoque ambiental, social y de gobernanza ha aumentado un 40% en los últimos tres años.
También es la razón del desarrollo de T-Mas, la Taxonomía verde para Chile que permitirá a la industria financiera determinar más claramente qué proyectos e inversiones pueden y deben considerarse sostenibles. Y, por último, es el argumento más potente por qué las áreas de sostenibilidad y las de finanzas y riesgos en las empresas debieran ser los mejores aliados, con un claro foco en la sostenibilidad del negocio en el largo plazo.
Para avanzar, necesitamos enfocar los esfuerzos en 3 temas claves:
- Promover mayor conciencia en los directorios de las empresas, para que asuman un rol clave en el monitoreo consecuente de la gestión de riesgos y oportunidades sociales y ambientales.
- Alinear los esfuerzos con las políticas nacionales y los marcos de referencia internacionales, tales como TCFD, TNFD o la Taxonomía Verde la UE.
- Generar una mejor reportabilidad financiera y un mayor involucramiento del sector financiero al respecto: eso no es exento de complejidad, ya que incluir el valor del capital natural o del impacto de social de los negocios implica generar y levantar indicadores fundamentados, comparables y financieramente relevantes, en ámbitos donde aún hay poca experiencia al respecto.
Los desafíos no son menores, pero son claves para asegurar el éxito futuro de nuestros negocios. Y abordarlos es urgente. Ya que, tal como dice Peter Bakker del WBCSD: “Esta es una década decisiva. Cada retraso encarece la transición. Quienes actúan ahora serán quienes aseguren el valor a largo plazo, la resiliencia y la ventaja competitiva, y definirán la economía del futuro”.