Sostenibilidad
21 de marzo de 2022
De Consumidores a Ciudadanos | Gabriela Salvador

Basta conocer algo de marketing, para saber que tradicionalmente éste ha visto a las personas como potenciales clientes o consumidores, que antes que desenvolverse en el mundo buscan satisfacer necesidades en el mercado.

El marketing digital, levantó los cimientos del Inbound marketing de Brian Halligan, el que no se conforma con que los clientes le crean y le compren a la marca, si no que hablen bien de ella, interactúen con ella, que la defiendan y más: esa empresa quiere que la amen.

¿Será ese amor posible? En un momento en que el mundo ha vivido varias crisis sociales, se han levantado pancartas contra el cambio climático o una denuncia de acoso sexual o laboral puede sepultar una compañía, cuesta entender que las empresas y el marketing sigan mirando a las personas como clientes y no como CIUDADANOS. A diferencia de los consumidores, los ciudadanos valoran el propósito de las empresas, su conexión con el mundo, que den soluciones reales y buscan lo original. Esto transforma a las Pymes y  StartUps  comprometidas con este cambio, en potenciales medias naranjas de los ciudadanos.

Los consumidores ya no le creen a los filántropos de las páginas sociales, ni tampoco se conforman con la Responsabilidad Social Empresarial de una minera que construye una escuela, a cambio de un relave. Los ciudadanos creen en la colaboración conjunta por salvar un mundo en crisis climática y social, porque o si no, no se salvará nadie. Los ciudadanos sienten que los ESG – criterios ambientales, sociales y de gobernanza – son el estándar mínimo a cumplir en las empresas para creerles.

De acuerdo a un estudio desarrollado por Accenture y el World Economic Forum en 2021, las empresas que cumplieron con estos criterios son un 21% más rentables que las no sostenibles. El Bank of America  reveló que el 90% de las empresas que se defendieron de la quiebra durante la pandemia, les jugó a favor contar con mecanismos abiertos de observancia de los ESG.

Los clientes compran, los ciudadanos votan. Recuerda que cada vez que alguien va a decidir qué y dónde comprar, es una elección donde tu empresa puede perder, pasar a segunda vuelta, ganar o incluso, ser amada.