Sostenibilidad
14 de noviembre de 2022
Economía de Francisco: un pacto al servicio de la vida | Pablo Villoch

El último fin de semana de septiembre el Papa Francisco durante un encuentro en Asís firmó, junto a más de un millar de emprendedores, economistas y jóvenes agentes de cambio de ciento veinte países del mundo, un pacto por una economía al servicio de la vida.

El encuentro, titulado “Economía de Francisco” en referencia al Santo de Asís, fue convocado mediante una carta del Papa a jóvenes emprendedores y economistas de todo el mundo en mayo de 2019 y programado inicialmente para marzo de 2020. Sin embargo, a raíz de la pandemia, el llamado tuvo que transformarse en una serie de eventos virtuales que tuvieron lugar en noviembre de 2020 y octubre de 2021. Finalmente, el encuentro presencial tuvo que esperar hasta septiembre de 2022, lo que permitió un plazo más extenso para que las distintas delegaciones fueran preparándose y formándose en sesiones virtuales. El programa de los encuentros incluyó la participación de reconocidas figuras como Kate Raworth, Jeffrey Sachs, Vandana Shiva y Muhammad Yunus, entre otros.

En Chile, un conjunto plural de más de 50 personas de diversos movimientos, empresas, universidades e instituciones resonaron con aquel llamado, se organizaron y comenzaron a reunirse, primero de modo presencial y después virtualmente, para acompañar la preparación de la delegación chilena, que finalmente estuvo conformada por cuatro jóvenes que se formaron sobre economía rosquilla, economía solidaria, economía regenerativa, empresas B, economía colaborativa, economía de comunión, comercio justo y banca ética, entre otras tendencias.

Los firmantes del Pacto declaran su compromiso por “una economía de paz y no de guerra, una economía que se opone a la proliferación de armas, especialmente las más destructivas, una economía que cuida la creación y no la depreda, una economía al servicio de la persona humana, de la familia y de la vida, respetuosa de toda mujer, hombre, niño y anciano, y especialmente los más frágiles y vulnerables, una economía donde el cuidado reemplace el rechazo y la indiferencia, una economía que no deje a nadie atrás, para construir una sociedad en la que las piedras rechazadas por la mentalidad dominante se convierten en piedras angulares, una economía que reconozca y proteja el trabajo seguro y digno para todos, una economía donde las finanzas son amigas y aliadas de la economía real y del trabajo y no en su contra, una economía que valore y salvaguarde las culturas y tradiciones de los pueblos, todos los seres vivos y los recursos naturales de la Tierra, una economía que combate la pobreza en todas sus formas, reduce la desigualdad y sabe decir con Jesús y Francisco, “Bienaventurados los pobres”, una economía guiada por una ética de la persona humana y abierta a la trascendencia, una economía que cree riqueza para todos, que engendre alegría y no sólo riqueza, porque la felicidad que no se comparte está incompleta”

El pacto concluye con las siguientes palabras: “Creemos en esta economía. No es una utopía, porque ya la estamos construyendo. Y algunos de nosotros, en mañanas particularmente luminosas, ya han vislumbrado el comienzo de la tierra prometida”.

Durante el encuentro, el Pontífice declaró que “una nueva economía, inspirada en Francisco de Asís, puede y debe ser hoy una economía amiga de la Tierra y una economía de paz. Se trata de transformar una economía que mata en una economía de la vida, en todas sus dimensiones”, enfatizando la necesidad de “mirar el mundo a través de los ojos de los pobres“, “creando buen trabajo para todos” y afirmando que “cambiaréis el mundo de la economía si junto con corazón y la cabeza usáis también las manos“.

En un tiempo en que la policrisis que habitamos nos mueve a repensar nuestros modelos de desarrollo, producción y consumo, la firma de este pacto representa un hito muy significativo, que continúa y profundiza el mensaje de las encíclicas anteriores, Laudato Si sobre el cuidado de la Casa Común (2015) y Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social (2020), que interpelan a toda persona, creyente o no creyente, empresaria,  emprendedora o trabajadora, a adoptar estilos de vida que cuiden la “Creación” en una economía fraterna, contribuyendo a conciencia con acciones concretas a reparar la casa común, que “está toda en ruinas“. ¿De qué modo puede iluminar este nuevo pacto las decisiones cruciales que tomaremos como país en el futuro cercano?