Personas y Trabajo
6 de abril de 2022
El efecto biombo | Maribel Vidal

Después de 67 años desde su creación, la Filarmónica de Santiago tuvo una directora chilena: Alejandra Urrutia. Muchos años tuvieron que pasar para que esta destacada música pudiera tomar la batuta, de forma literal, y dirigir el concierto programado por el Teatro Municipal  en conmemoración del mes de la mujer, titulado “Ellas y el Aranjuez”.

En 1952, la Orquesta Sinfónica de Boston comenzó a realizar audiciones “a ciegas”, pidiendo a los candidatos que tocaran detrás de un biombo para verificar que el género no influía en la decisión. Las primeras pruebas no arrojaron muchas diferencias. Entonces, hicieron otro cambio: pidieron a los candidatos quitarse los zapatos para que el sonido de las pisadas no develara el género de los músicos. Luego de ese experimento muchas orquestas comenzaron a hacer sus audiciones de la misma forma y constataron que crecía la cantidad de mujeres. 

Para avanzar en diversidad es necesario tomar conciencia de nuestros sesgos y prejuicios y poner en marcha acciones concretas para superarlos. En toda organización y en todos los niveles, siempre es posible hacer más para alcanzar un cambio cultural que sitúe en primer lugar las capacidades de las personas y sus habilidades profesionales por encima de cualquier estereotipo y sesgo (de género, etario, étnico, etc.). 

Para llevar a cabo estos cambios, un punto de partida es que sus líderes o encargados de reclutamiento, adopten medidas concretas para identificar y anular los sesgos que limitan la contratación de mujeres. Por ejemplo, en el momento de la selección de candidatos los responsables podrían asegurarse de que estén suficientemente representados ambos géneros en el grupo de postulantes, definir con anterioridad criterios de evaluación y las preguntas que se realizarán en la entrevista teniendo como foco habilidades y conocimientos para que todos sean evaluados de la misma forma; buscar candidatos entre diferentes grupos de personas.

Poner un biombo para anular el potencial sesgo de género en una evaluación o selección de candidatos es una gran solución, pero solo sirve para algunas actividades. En la vida diaria de las organizaciones deberíamos estar continuamente preguntándonos –hombres y mujeres, por supuesto- acerca de la actuación de eventuales sesgos en nuestras decisiones, especialmente entre quienes ocupamos posiciones de liderazgo. Y desarrollar mecanismos para anularlos y contrarrestarlos.

En algunos años más, ojalá pocos, otros leerán todas estas reflexiones y llamados a la acción, o las noticias que cada día incluyen un titular acerca de una ‘primera mujer que…’, entonces, ese lector intentará imaginar cómo era aquel mundo sin equidad de género, tal como hoy vemos aquella época en que la Orquesta Filarmónica de Santiago no tenía una directora.

¡Felicitaciones Alejandra!