Sostenibilidad
4 de febrero de 2022
Escuchar para cuidar | María José Calvimontes

Se dice que “nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender, sino que escuchamos para contestar”. Lo cierto es que hoy en todos los espacios, públicos y privados, muchas veces ni siquiera se hace lo segundo: simplemente no se escucha.

Hay autoridades que no escuchan a la ciudadanía y ciudadanos que no creen en sus líderes; jefes que no escuchan a sus equipos y trabajadores que no confían en sus empleadores. Hay empresas que no escuchan a sus comunidades y vecinos que sospechan de las compañías que se instalan en sus territorios; padres que no escuchan a sus hijos y jóvenes que no prestan atención a sus mayores. Hay seres humanos que no escuchan a la naturaleza, aunque ella se expresa con contundencia ante los daños que se le ocasiona.

“Existe realmente una sordera interior peor que la sordera física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el sentido del oído, sino con toda la persona. La verdadera sede de la escucha es el corazón”, ha escrito el Papa Francisco en el Mensaje para la 56ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Y nosotros en las empresas, ¿Cómo pretendemos construir una sociedad justa y sustentable sin escucharnos?

La escucha es condición básica para conocer la identidad, necesidades y sueños del otro. Nos permite comprender que nuestra perspectiva del mundo no es la única. Nos obliga a salir de nosotros y a establecer vínculos. Nos hace conscientes de nuestra interdependencia. El reciente documento de trabajo de la OIT acerca de “El rol de las personas encargadas de sostenibilidad, su relacionamiento con stakeholders e involucramiento de los trabajadores en la gestión de la sostenibilidad”, estudio realizado en Chile, señala que las empresas han avanzado” en espacios que implican mayor diálogo y participación de las y los trabajadores” pero que “no necesariamente llegan a ser vinculantes para la toma de decisiones en materia de sostenibilidad”.

El éxito que consigamos frente a los desafíos sociales y ambientales, presentes y futuros, responderá en gran medida a cuánto y cómo estemos dispuestos a escuchar. Porque sólo con una escucha genuina podemos cuidar(nos) y así, juntos, cuidar nuestro entorno.