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La pandemia ha acentuado la condición de vulnerabilidad de muchas personas. El 8% de desempleo promete seguir subiendo en los próximos meses; cientos de emprendedores comienzan a declararse en quiebra; el Estado intenta sacar adelante una estrategia de salud que permita aplanar la curva de contagio y con ello desestresar, en parte, el sistema hospitalario nacional, y las protestas ciudadanas en Santiago, por falta de alimentos básicos para las familias, se superponen como las imágenes que quizás muchos pensamos no volver a ver en Chile. Todos son síntomas de que el Covid-19 no solo ha dejado una huella amarga en nuestros sistemas de bienestar y de protección social, sino que también nos recuerda que hoy, más que nunca, la sociedad debe tener el propósito común de no dejar a nadie atrás.
En este complejo escenario, las empresas están llamadas a empatizar con los efectos que este quiebre social y económico empieza a dibujar en el mediano plazo.
En 2006 y, posteriormente, en 2011, Porter y Kramer acuñaron y desarrollaron el concepto de valor compartido, para referirse a ese círculo virtuoso que se origina cuando una compañía adopta una estrategia empresarial que le permita aumentar su competitividad, a la vez que mejora las condiciones sociales y económicas de las comunidades en las cuales opera, siendo capaz de distinguir entre el corto, mediano y largo plazo, y los beneficios que trae cada uno de ellos al propósito empresarial. Ya en esos años, Porter y Kramer profundizaban en la importancia de reparar los vínculos quebrados entre empresas y sociedad, y comenzar a sanar ese tejido que se había instalado por años de malas prácticas. Tejer una nueva red social, que permitiera el crecimiento de los países desde una lógica competitiva, pero compartida entre empresas y comunidades, comenzaba a transformarse en el nuevo paradigma de las compañías más vanguardistas.
Hoy, en plena crisis, el paradigma propuesto por ambos se transforma en prioridad. Reconectar a las empresas con el progreso social, es un imperativo. Porque la reactivación económica que se requerirá post Covid-19 deberá ser profundamente distinta a la que veníamos impulsando. Necesitaremos mucho más que responsabilidad social, filantropía o sustentabilidad empresarial. Lo que necesitaremos, y con urgencia, será cambiar el paradigma de los negocios para crear una nueva forma de éxito económico. El valor social ya no podrá nunca más estar en los márgenes del quehacer empresarial, sino en el centro. Solo así podremos salir fortalecidos de esta gran crisis global, y dar inicio a un nuevo sistema empresarial que dará el vamos a la próxima gran transformación en el pensamiento de los negocios.