Hace poco más de seis meses, una histórica participación electoral definió el rechazo al primer texto borrador de una nueva Constitución. Hace pocos días atrás, otra elección para elegir al Consejo Constitucional, independientemente de los ganadores y perdedores, ofrece una nueva alternativa para repensar el futuro que queremos.
Sin embargo, llamó la atención cómo a pocas horas de terminado el conteo de los votos, muchos declararon el fin del “octubrismo” dando la sensación de haber olvidado el camino que nos ha llevado hasta aquí.
Es cierto que parece haber entrado en modo pausa el “octubrismo” de las protestas callejeras, el de la violencia o la confrontación, pero cuidado, existe otro “octubrismo” profundo, de donde provienen las causas de dicho malestar, el cual sería nefasto ignorar, y que lamentablemente aún sigue vigente.
Desde 2019 la inequidad y desigualdad no han mermado: según el World Inequality Report el 1% más rico de Chile concentra el 49,6% de la riqueza total del país en 2022. Por otra parte, la línea de la pobreza, agravada por la escalada inflacionaria de los últimos años, subió un 24% desde la última medición según Casen 2022. Los niveles de deserción escolar han llegado a nivel nunca antes vistos y el INE indica una desocupación creciente de 8.8%.
En la vereda medioambiental el panorama no es mejor. Para el IPCC los 1,5 °C de aumento de temperatura, que eventualmente nos permitiría vivir, son casi imposibles de alcanzar con los acuerdos actuales según su informe publicado hace solo unas semanas, y ya hablan de que superaremos los 2°C con efectos devastadores en la fertilidad y productividad de nuestras tierras, mayores eventos de incendios, sequía y escases hídrica, agudizada, así como variados efectos en la biodiversidad.
Definitivamente los dolores siguen aquí.
Cobran pleno sentido las notables declaraciones suscitadas en ENADE 2023, que pasaron tan a segundo plano tras el anuncio relacionado al litio.
En la oportunidad, Karen Thal, presidenta de Icare, señaló que había llegado la hora de hacer un esfuerzo sincero, serio y honesto para ponernos de acuerdo en ciertas reglas básicas que definan lo que queremos ser como país (…) nuestro gran desafío es recuperar el sueño de movilidad social, el sueño del desarrollo que nos incluya a todos”.
De ahí también el título del evento: conexión de la divergencia o “Concordia Discors”. Considerando que las diferencias de pensamiento nunca desaparecerán, pero se puede buscar un converger o un conectar, que lejos de buscar réditos cortoplacistas, busque genuinamente poner a disposición la enorme influencia, capacidad e innovación del mundo empresarial para colaborar junto al Estado, las fuerzas políticas, las organizaciones sociales y también este renovado consejo constituyente para dar solución y respuesta final a los anhelos de una mejor salud, educación, pensiones, trabajo, salario, seguridad, un medioambiente sano y tantos otros desafíos vigentes que no cambian desde 2019.
Entonces, mal podríamos decir que este “octubrismo” ha muerto tras la elección de este Consejo, pero si las empresas colaboramos y actuamos en concordancia con la visión ASG estoy seguro de que juntos podremos erradicar estos dolores para dar paso al bienestar que todos deseamos.