Sostenibilidad
18 de diciembre de 2021
Sostenibilidad: Elecciones y consecuencias | Pablo Villoch

Hace diez años tuve la oportunidad de exponer en el Congreso internacional de Investigación sobre Desarrollo Sostenible ISDRC 17 organizado por el Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia en Nueva York. Durante la conferencia de clausura, el entonces director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, hoy administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Achim Steiner, pronunció unas palabras que anoté rápidamente en mi libreta y quedaron grabadas en mi memoria para siempre: En sostenibilidad no hay trade-offs. Solo hay decisiones políticas y consecuencias. Si trabajas en desarrollo sostenible y justificas los trade-offs, no entendiste de qué se trata el juego”.

Para quien no esté familiarizado con el términotrade-off, este concepto -ampliamente usado en diversas disciplinas que van desde la economía, la biología hasta la ingeniería y el diseño- puede ser traducido como “solución de compromiso”, “concesión o sacrificio”; esto es, una decisión tomada frente a un dilema en el que se debe escoger entre opciones mutuamente excluyentes, donde elegir ganar un elemento implica perder otro.

Durante las últimas décadas, el discurso de cierta élite política y empresarial ha justificado y permitido la destrucción de capital natural con el argumento de la creación de capital financiero, lo que ha generado como consecuencia indeseada la proliferación de zonas de sacrificio y conflictos socioambientales con graves y evidentes efectos insostenibles como el deterioro sistemático del capital social a lo largo del territorio nacional.

Precisamente, el desarrollo sostenible invita a integrar, superar y trascender el aparente dilema entre ecología y economía, entre presente y futuro. En términos de la tradición zen, la sostenibilidad plantea un “koan” que requiere un “satori”. Plantea una paradoja aparentemente contradictoria cuya resolución requiere un salto cualitativo en la conciencia.

La sostenibilidad tiene una dimensión política, cuya relevancia sería ingenuo desconocer. Se fundamenta en unos cimientos civilizatorios para el cuidado compartido de la polis y del oikos, la casa común. El nuevo Chile que emerge en esta década crucial requiere de un liderazgo dotado de una comprensión sistémica de los límites geofísicos del planeta y de sus ciclos naturales, consciente de la magnitud de los desafíos socioambientales que plantea el cambio climático para la resiliencia de las comunidades y territorios, sensible y empático con la diversidad e interculturalidad, comprometido inquebrantablemente con la profundización de la democracia, el respeto a los derechos humanos, la inclusión, la participación ciudadana, la construcción de la paz, la justicia social y el diálogo fraterno entre los pueblos, además de una firme adhesión al multilateralismo al servicio de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados como humanidad.

La inteligencia colectiva se expresa en una democracia cuando las decisiones individuales se toman considerando el bien común. Votar movidos por el miedo o velando por el interés particular, puede conducirnos hacia una mayor fragmentación y polarización, a una profundización del atrincheramiento y al deterioro sistemático de la capacidad de construcción de un futuro compartido. Votemos, por tanto, a conciencia, con responsabilidad y, sobre todo, con esperanza.