Hace unas semanas, pasó algo inédito en Chile (y quizás a nivel mundial): parte de los trabajadores, proveedores y la comunidad ligada a la industria salmonera se movilizó por las calles de Puerto Montt, Aysén y Magallanes por considerar que un artículo dentro del proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), podía convertirse en un retroceso para el progreso y el desarrollo económico y social de ellos ¿Cuántas veces ha sucedido este tipo de movilizaciones masivas a favor de la industria en el último tiempo? Muy poco.
Frente a estos hechos dos reflexiones:
Primero, cuando las empresas crean valor más allá de sus fronteras naturales, ese valor se siente y se defiende. En la situación del salmón, se tornó vívida la teoría del Stakeholder Engagement que supone la existencia de un grupo de individuos con un alto nivel de compromiso y relacionamiento con una determinada empresa o industria, y que cuando esa relación es fructífera los intereses de la empresa se conectan con los intereses de dichos grupos.
Segundo y unido a lo anterior, en políticas públicas existe una necesidad permanente de un diálogo fluido entre comunidades locales y organismos centrales o nacionales. Queda en evidencia que frente a una misma realidad tenemos ideas distintas, muchas veces opuestas, que no son sanas para la sociedad ni menos para alcanzar el desarrollo sostenible.
Todos buscamos el progreso y con la misma intensidad proteger el medio ambiente, pero se requieren acuerdos aún más finos para lograr mayor sintonía, entendiendo la urgencia medioambiental, pero también los beneficios y costos que acarrea cada decisión que se toma. No es una, ni la otra, son ambas.
Tras “la marcha de los salmones”, es bueno revisar con detalle este caso y duplicar esfuerzos tanto públicos como privados para fortalecer como nunca el “engagement” con sus grupos de interés y entender las distintas realidades para tomar decisiones que traigan mayores beneficios para todos por sobre solo resolver dolores (que también debemos abordar).